GENERAL (R.) LUIS ERNESTO GILIBERT | El Nuevo Siglo
Miércoles, 30 de Enero de 2013

El ejemplo del incendio en Brasil

 

Todo tiene un límite, absolutamente todo, y en materia de seguridad poderlo identificar es una fortaleza. Si examinamos detenidamente la tragedia en la discoteca Kiss de la ciudad de Santa María al sur del Brasil,  veremos cómo la imprevisión reinó frente al pánico, hecho que debe servir de ejemplo y análisis  a las autoridades del mundo comprometidas en el manejo de multitudes.

Las informaciones dan cuenta de una exagerada cantidad de asistentes, situación de por sí  preocupante, pues las grandes aglomeraciones es recomendable táctica y lógicamente evitarlas, aconsejando de cara a ellas, medir la capacidad de los organizadores para regular, guiar y controlar masas humanas; en este primer punto es saludable meditar cómo estamos sobre el tema y revisar el pasado, reconociendo  los desaciertos o fallas cometidas,  “por fortuna sin resultados lamentables”, pero que se pueden seguir presentando justificadas en  desconocimiento, hecho  que expone la seguridad de nuestros ciudadanos. No son pocas las concentraciones y espectáculos públicos con voluminosa asistencia en Colombia, amenaza latente  de una catástrofe  por falta de previsión; no voy a calificar ni enjuiciar actos pasados, pero sí sugiero para el futuro, se proyecten por parte de las autoridades unos protocolos donde se establezcan normas, que regulen la cantidad de personas  manejadas y dominadas con solvencia, por determinado número de hombres encargados de la seguridad, a los que urge preparar y capacitar profesionalmente en el cumplimiento de actividades tendientes a evitar  desórdenes que puedan convertirse en pánico colectivo, porque no siempre es la fuerza pública la responsable del manejo de ciertos espectáculos o reuniones. Otro elemento presente en estos contextos hace referencia al escenario; no  todo local o espacio está capacitado para albergar un cupo indeterminado de personas y sus instalaciones deben ser revisadas, especialmente evaluando la inminente  amenaza, -una salida de emergencia no es suficiente-, ni contar con buen número de extintores, lo recomendable es  calcular a  más de las puertas de entrada y salida, que nunca por ningún motivo deben estar cerradas,  las salidas emergentes predeterminadas y publicitadas, que siempre estarán abiertas sin importar la hora ni el clima,  en cuanto a las vallas guías, deben instalarse con amplitud y movilidad para desarticularlas en caso emergente.

 La mayoría de estos eventos multitudinarios son motivados en negocios lúdicos con expendio de licor incorporado y presentación de artistas que incitan los asistentes a la exultación, hasta ahí todo bien, pero los organizadores buscando pingües ganancias tienden a romper las esclusas del límite, permitiendo desbordar la capacidad del lugar, no estoy en contra de los promotores solo pido regulación, prudencia y autoridad en los movimientos de personas, que muchas veces actuando al calor del momento pierden el dominio personal.

Ojalá estos ejemplos permitan especializar nuestras autoridades en la auditoria de espectáculos y eventos.