Dejen quietos los billetes
El anuncio del proyecto que elimina tres ceros al peso presentado la semana pasada sorprendió al país, que había considerado sepultado el tema en debates de años anteriores, sin embargo, en esta oportunidad encontramos varios contradictores pero también muchos simpatizantes con la medida. Sin intención de polemizar sobre el asunto por no contar con el bagaje suficiente para profundizar diversos caminos conducentes al debate, me di a la tarea de indagar en diferentes sectores de la sociedad, buscando conceptos para plasmar en esta nota, y busqué la oportunidad de conversar con disímiles niveles tocando lo económico, social, cultural, educativo y mercantil, obteniendo una lluvia de conceptos bastante curiosos. Sobra decir que no se trata de un estudio serio ni sustentado, tan solo una charla informal y coloquial desprovista de parámetros o formulas de medición.
En el mundo económico donde se cuenta con el nivel adecuado para encarar la medida y hacer cálculos serios, encontramos conceptos unificados hacia los beneficios de contar con una moneda ajustada por la norma, soportados en el consenso mundial de manejar pocos dígitos, facilitando las transacciones de toda índole. Cuando incursionamos el sector social hallamos un rechazo total a la medida, pues de entrada el común de las gentes se resiste al cambio y solo pensar que tendrán un sinnúmero de problemas en sus transacciones, los vuelve defensores de oficio del sistema actual con el que se identifican y afirman sentirse cómodos. Culturalmente se asevera que este tipo de cambios se han dado en épocas pasadas, con una economía pequeña casi doméstica y una población igualmente chica donde fue relativamente fácil lograr el encargo, no obstante ser la vocación colombiana para ese tiempo, más rural que urbana. La educación actual le permite al colombiano lograr claridad, pero como sabemos, la rebeldía propia de la juventud previene a la población estudiantil contra cierto tipo de propuestas, especialmente si vienen del Gobierno. Por último los comerciantes más que nadie son recelosos ante el asunto, basándose en la circulación del efectivo que utilizan, para evitar los costos cambiarios y piensan que la medida está inducida en presiones del sector bancario al Gobierno.
Pero lo más llamativo fue la unanimidad sobre el momento y oportunidad de la propuesta, todos los conceptos fueron acompañados del instante histórico que se vive, afirmando que el país necesita una serie de proyectos de mayor calado, haciendo honor al interés patrio hablan de la paz, mostrando preocupación por el posconflicto y su demanda económica, no es inteligente dicen, desgastar el tiempo del Congreso en propuestas susceptibles de hacer antesala, piden recordar la importancia de la salud, la atención al problema carcelario, en fin, existen muchas prioridades. Por lo tanto sería mejor dejar por ahora quietos los billetes.