GENERAL (R.) LUIS ERNESTO GILIBERT V. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 1 de Agosto de 2012

El Ejército en las calles

 

En nota anterior me refería a la majestad de las Fuerzas Militares, demandando urgencia de preservar esa magnificencia a ojos de la ciudadanía, reconociendo las Fuerzas Armadas como reservas de gobiernos y autoridades para mantener el orden público interno en auxilio o refuerzo de la Policía. La razón para invocar este aspecto del andamiaje estratégico fue aquel alevoso ataque perpetrado contra las reparticiones militares acantonadas en sectores neurálgicos del Cauca, y sostenía e invocaba la necesidad de resguardar esa imagen por ser los militares hombres entrenados y formados en el uso de las armas para la defensa soberana de los países.

Pero con sorpresa, por decir lo menos, contemplo cómo la semana anterior en Bogotá aparecieron miembros de la Brigada 13 haciendo presencia en diferentes sectores, hecho que motivó la protesta y malestar del burgomaestre, quien manifestó no tener conocimiento del procedimiento, ni haber sido consultado en referencia a la conveniencia o inconveniencia de la medida, reflejando un malestar por considerar desconocida y usurpada la autoridad que, como Alcalde electo por voto popular, ostenta ante la población bogotana. Independiente del fastidio de la primera autoridad, sentimiento que no vamos a evaluar ni a contradecir por encontrarlo legítimo y natural, sí quiero llover sobre mojado en el tema, para recabar el importante papel que juegan las Fuerzas Militares en la plataforma de seguridad interna.

La historia patria muestra episodios muy sonados donde actuaciones infortunadas de la Fuerza Pública, llámese Militar o Policía, empujaron gobiernos hacia pasajes difíciles con amenazas caóticas, dejando una experiencia en los mandatarios, que los obliga a conducirse como gobernantes prevenidos, celosos del empleo de las fuerzas frente a alteraciones del orden público; posturas que impulsaron los mandos a dedicar enormes esfuerzos y recursos, en formar y capacitar los hombres para el manejo de alteraciones internas, proporcionando a las unidades adecuada y continua instrucción, equipo apropiado que permita soportar ciertos desmanes del ciudadano colérico, frenético o simplemente influido por intereses oscuros. La institución más urgida de estos refuerzos, es la Policía, debido a su condición civil al servicio de la sociedad, sus hombres deben sobrellevar el irrespeto, malquerencia y hasta agresión de parte ciudadana, no sólo en manifestaciones, concentraciones o marchas, sino en un centenar de procedimientos rutinarios efectuados en distintos escenarios, producto del servicio encaminado a brindar seguridad a la colectividad, encauzando ciertos comportamientos díscolos y desafortunados, tanto de delincuentes como vecindarios camorristas.

El riesgo del cuerpo militar ejerciendo funciones policiales es muy alto, empezando por perder a ojos del ciudadano aquella majestad de que venimos hablando, pone en riesgo el debido respeto y cuando el hombre del común observa su Ejército haciendo presencia en las calles, habla de militarización, experimentando sensación de inseguridad, dimensionada en los visitantes.