GUILLERMO FRANCO CAMACHO | El Nuevo Siglo
Domingo, 23 de Febrero de 2014

Pacheco

 

 

Sorprendió,  al fallecer, la estima y adoración por Fernando González Pacheco; se sabía del aprecio que lo rodeaba pero no que llegara tan lejos… Es la segunda vez que se escribe sobre el personaje; la primera se concentró en un aspecto casi desconocido: la afición compartida por el tenis de mesa o ping pong. Hubo énfasis en el campeonato universitario de Cundinamarca o ¿Bogotá? de 1957; estábamos en los Andes y se supo que un jugador de gran nivel representaba a otra universidad y se  solicitó al estudiante Pacheco que participara. Lo hizo, eliminó al peligroso adversario y se retiró del torneo dejando el campo libre a sus compañeros; se mantuvo, por algún tiempo, una cordial relación a distancia en que él supo del progreso de quien escribe, en la categoría máxima, gracias al esfuerzo conjunto con Jutaro Sakamoto, jugador y diplomático japonés. Se derrotó a oponentes como Víctor Jiménez, campeón nacional de 1956, quien no asistió al torneo máximo de 1958 por ese motivo; Muñoz (no se recuerda el nombre) campeón en 1958 a quien se eliminó en el campeonato nacional universitario del año indicado. Se compartió el apoyo al equipo de fútbol Santa Fe. La práctica del ping pong terminó con los exámenes finales de economía en 1958: fue una etapa grata y fugaz que facilitó conocer parte de Colombia.

El mejor reportaje de su vida, afirma Pacheco, fue a Luis Carlos Galán Sarmiento y este prócer es otra coincidencia; en efecto, reposa, en la biblioteca personal, un telegrama firmado por Galán, en que elogia mi trayectoria profesional y es causa de  orgullo. El vínculo nació en los seminarios aduaneros de la Cámara de Comercio de Bogotá y la Dirección General de Aduanas; presenté, en una ocasión, una propuesta sobre  internacionalización de la aduana colombiana que fue objeto de ataques en la sesión respectiva. Galán, (miembro del jurado), arribó tarde y su respaldo acabó con la oposición de inmediato. Tiempo después, en condición de aspirante a la Presidencia de la República por el Partido Liberal, se pronunció a favor de la internacionalización de Colombia. Se le mostró la conexión entre ambos temas y fijó una reunión con la Junta Directiva de la Asociación Colombiana de Agentes de Aduana (Asocolda) que no tuvo lugar por su asesinato. Faltó hablar sobre música y guitarras.