GUILLERMO FRANCO CAMACHO | El Nuevo Siglo
Domingo, 27 de Mayo de 2012

Navarro W.

 

Antonio Navarro mantiene actualidad. Ha señalado que el manejo político del Concejo “es el problema más grave…que tiene el alcalde hoy día”. Se preveían dificultades al ser elegido Gustavo Petro por una minoría del 32%, a lo cual se agrega su inexperiencia administrativa aceptada por Navarro. Este reconoce que el Concejo buscó una solución clientelista, o sea, intercambio de apoyo por puestos, que fracasó. Antanas Mockus podría prestar asesoría en esta emergencia que lo es al estar comprometido el presupuesto de la ciudad en 85% y existir un margen para “cosas nuevas” (¿las propuestas propias de Petro?) del 15%. Tal vez esta circunstancia explique el ensayo de alterar la programación antigua, por ejemplo, el proyecto ALO.

La visión de Navarro sobre las perspectivas de la izquierda no es del todo concluyente. Piensa que solo el centro izquierda tiene posibilidad de conquistar el poder en nivel nacional. Considera que tal no es el caso del Polo Democrático por su tendencia a incluir todos los sectores existentes, es decir, su heterogeneidad. Está en desacuerdo con que los Progresistas retornen al Polo. La Marcha Patriótica, de Piedad Córdoba, involucra a la izquierda ortodoxa que aparentemente no rima con el citado centro; carece de seguridad respecto a un posible nexo de la Marcha con las Farc. Se llega al poder con partidos políticos y no con movimientos. Es conveniente confrontar los criterios expuestos con los de otros líderes de orientación similar y/o diferente.

Navarro estima que Juan Manuel Santos busca la reelección presidencial y este el momento para indicar la razón por la cual dicho asunto no se ha tratado en esta columna. Es innecesario: los políticos tienen obsesión por el poder y a los presidentes les agradaría perpetuarse en el cargo. No lo intentan si ven el proceso muy difícil, imposible y existir impedimentos legales o constitucionales.

La única posibilidad del presidente Santos, según Navarro, de pasar a la historia, reside en lograr la paz interna y, de no obtenerla, a liderar “apenas un buen gobierno”. Es muy temprano para adoptar posiciones sobre el tema pero cabe indicar que el actual régimen ha comenzado a sentar bases convincentes: la legislación sobre víctimas y tierras, el esquema institucional en lo social, las relaciones internacionales, el ataque a la corrupción y disminuir la inequitativa distribución del ingreso y la propiedad.