GUILLERMO LEÓN ESCOBAR | El Nuevo Siglo
Martes, 29 de Mayo de 2012

EL Vaticano: lealtad y poder

 

Es mucha la difusión que se ha dado en los últimos días a la publicación del libro Su Santidad bajo la firma de Gianluigi Nuzzi, en donde se difunden cartas y comentarios reservados no sólo del Papa sino de la Secretaría de Estado y del propio Secretario Privado de Benedicto XVI. Para quienes no conocen el funcionamiento de este tipo de instituciones, es realmente un escándalo, pero para quienes siguen el día a día del Vaticano, el asunto no es excepcional sino, al contrario, de lo más normal del mundo. Ha sucedido siempre y casi siempre hay que buscar en los mismos sitios para dar con los responsables -¿culpables?- que casi todos tienen el mismo perfil.

Después del Concilio -para no ir más atrás- he recolectado más de 30 publicaciones compuestas de papeles filtrados por muy diversas razones. Sólo a los círculos internos interesaban esas publicaciones por la curiosidad que despertaban los efectos de la frustración de algún “monsignore” que no había sido promovido ni siquiera a obispo auxiliar o algún oficial de escritorio que no había accedido a un mejoramiento de categoría. Desde la publicación Via col vento in Vaticano (Lo que el viento se llevó en el Vaticano) es un suceso común que a la gente de fuera ha importado poco hasta ahora.

Pero las circunstancias han cambiado y esas filtraciones han entrado a hacer parte de la estrategia de lucha contra Benedicto XVI. Seres humanos como lo son allí también se duelen -como aquí- los viudos del poder. Hay facciones, partidos, intereses, intrigas inocentes o no.

Lo grave de esa publicación del texto Su Santidad no es lo que digan que ya lo sabíamos -hasta lo de la ETA-, sino el haberle metido la mano al escritorio del Papa.

Lo verdaderamente grave arranca con el episodio del arzobispo Viganó, que aspiraba a Cardenal y no lo fue y desde ese momento se abrió una tronera -que ascendía hasta la Secretaría de Estado y a la presencia de Benedicto- de filtraciones que llegaron hasta la destitución de un Arzobispo en días pasados, de haber colocado a la entidad financiera cercana a la Santa Sede en la lista de quienes están bajo sospecha de lavado, de negocios que se investigan con la banca alemana y ahora, en medio de confrontaciones internas, han forzado la “renuncia-destitución” de su presidente, muy amigo de cuestionados banqueros que son señalados en buena parte como responsables de la crisis europea.

Todas estas miserias se orientan a desprestigiar a la Iglesia y al Papa haciendo uso de los errores, de los delitos personales internos y de la fragilidad de gentes que han sido proclives a la corrupción y que no alcanzan para los “bien pensados” a ocultar la gran tarea de la Iglesia y de sus virtudes.

El Papa ha dado órdenes perentorias desde el año anterior para cuidar la transparencia y lo que llama la atención es que la crisis se origina en su aplicación.

guilloescobar@yahoo.com