Qué maravilla de Corte
Acaba de prohibir la Corte toda referencia bíblica en actos judiciales y demás papeles que ameriten sello o firma. ¡Qué maravilla, qué golpe de inteligencia, qué desborde de sensatez! Ojalá aprendan los gringos y eliminen esa mala costumbre del “God bless America” y de paso que encarguen estos magistrados a una de tan “brillantes mentes” la sustitución de los referenciales presentes en el Himno Nacional como lo es, por ejemplo, aquello “del que murió en la cruz”. Y no hay que extendernos ya que cada uno de nosotros -hasta ellos- hemos aprendido a leer en la Biblia y en los Evangelios (perdón las mayúsculas) puesto que este pueblo es más allá del 95% cristiano católico y cristiano evangélico. Y además eso de que “Dios y … os lo premien o demanden” debe ser barrido. Bueno está; si se aplica con rigor será buen negocio elaborar un glosario para sustituir toda palabra que evoque conocimiento de la Escritura. A lo mejor los de la Corte dejen vivo para su caso aquello de “quien no está conmigo está contra mí” o por precaución permitan el uso de la ponchera de Pilatos ya que si la eliminan quitamos un referencial a todos tan entrañable.
Con algunos hemos hecho el ejercicio de oír cómo las gentes sacan de la Biblia los puntos de referencia para entender y para explicarse. A partir de ahora estarán condenados a la mudez.
Ya no se podrá seguramente en tribunales hablar del “cainismo social” y tampoco de aquellos que se comportan como “Judas”; el “mesianismo político” desaparecerá y entonces ya no entenderemos nada porque política y religión se semejan en la “promesa” con la única diferencia de que la de los políticos comprobadamente no se cumple y la otra está respaldada por la fe.
Cristianos de todas denominaciones han de estar alerta porque con estos temas se sabe dónde se comienza pero no donde se termina. Llegará por este camino de nuevo la prohibición de los crucifijos en lugar público, la prohibición de la Biblia en los colegios financiados por el Estado, la cruz de Boyacá y la de San Carlos habrán de adoptar otra forma para que no vaya a suceder que despierten en quien la reciba alguna dañina evocación que no esté de acuerdo con estas brillantes inteligencias que creen que hablar del Estado laico incluye el detestar todo lo que tenga algún referencial religioso. Ignoran que en el mundo de las gentes normales nos llamamos “laicos” los que cumplimos la misión de difundir el Evangelio.
Los grandes pensadores de Occidente no tienen problema con las raíces cristianas de su cultura a la que acuden para entender y hacerse entender lo que es crucial en quienes encarnan “la sabiduría constitucional”.
Bueno está; hasta la negación de ella es cultura. ¡La cultura vale por sus referenciales! La inteligencia de la Corte está prohibiendo los de las Escrituras. ¡Viva la ignorancia!