GUILLERMO LEÓN ESCOBAR | El Nuevo Siglo
Martes, 27 de Noviembre de 2012

El desasosiego verbal

 

Se ha escuchado que un senador se ha referido a la comunidad homosexual de Colombia en términos ofensivos que para ser calificados obligarían a quien lo hiciera a descender a la misma sentina verbal donde estuvo este político.

Quienes por convicción estamos como cristianos miembros de la Iglesia Católica en desacuerdo que la comunidad gay cobije su convivencia bajo el término sacramental del matrimonio lo estamos no por pertenecer algunos al Partido Conservador -al que buena falta haría como a los otros definir con claridad lo que piensa- sino porque se hace parte de esa cultura trasversal en la sociedad colombiana que ha desarrollado una manera de pensar diferente a quienes desde su vivencia homosexual procuran amparar ante la ley sus formas de discurrir por la vida conviviendo entre ellos. (algunos utilizan el neologismo “gaymonio“).

Lo que no es aceptable es el lenguaje ramplón utilizado. Bastaría recordarle al político desbordado lo que escribía el hoy Benedicto XVI cuando era el guardián de la Congregación para la Doctrina de la Fe -cardenal Joseph Ratzinger- decía: “es de deplorar con firmeza que las personas homosexuales hayan sido y sean todavía objeto de expresiones malévolas y de acciones violentas. Tales comportamientos merecen la condena de los pastores de la Iglesia, dondequiera que se verifiquen. Revelan por lo demás una falta de respeto que lesiona unos principios elementales sobre los cuales se basa una sana convivencia civil. La dignidad propia de toda persona siempre debe ser respetada en las palabras, en las acciones y en las legislaciones“.

Bien haría ese “conversador“ de la política en recordar  aquello que se ha afirmado desde siempre que  la homosexualidad en sí misma considerada no es pecado ni la heterosexualidad es por ella misma virtud.

Ha anunciado  el senador que no se desdice. Nadie le pide que renuncie a su postura de votar si o no, sino que retire la vulgaridad de sus palabras que puede seguir usando en su ámbito privado pero que debe cuidar cuando las pronuncia ante una sociedad y quiere colocar instituciones como su partido en la misma barricada (no de lo pensado sino de la forma del decir) y a lo mejor pretende igualmente con ello posar como defensor de la Iglesia que está obligada al respeto y a la caridad de quienes optan diferentemente a ella y jamás debería sentirse respaldada con la ofensa sino condenarla.

La pregunta sobre la homosexualidad continúa abierta. No es tan simple como se presenta por lo común en los medios. Habría que ir al fondo como lo ha realizado la Iglesia antes de tomar posición. Falta indagar mucho, pensar en lo ilimitado de la “gracia“ de Cristo, en la arqueología del deseo y otros muchos temas ya que se han construido discriminatorios contra los llamados “gays, lesbias, homosexual, transexual”  y otras denominaciones que si bien designan por lo común discriminan. Es preciso pensar y dialogar pero desde el respeto porque la grosería no conduce a parte alguna.

guilloescobar@yahoo.com