El peor ambiente
Me temo que estamos improvisando en materia grave. El Gobierno tiene que saber a estas alturas del partido, que no basta con hacerles fuerza en el vacío a las locomotoras que nos anunció como los ejes claves de su programa de desarrollo. No, para empezar, se tienen que diseñar y construir los caminos, meterles plata, y poner los rieles, so pena de que todo se quede en filosofía.
Voy al grano en un tema específico: el medio ambiente. Para muchos colombianos podrá ser un problema que atañe solo a unos locos dedicados a la conservación y a la contemplación de la naturaleza -muy respetable- pero que desafortunadamente no es así. Es un asunto complejo hasta el extremo, que involucra, entre otros, el manejo estratégico de los recursos naturales, su utilización, su distribución y desde luego su cuidado por tratarse de un factor esencial para la preservación de la vida en el planeta.
Eso, en el tópico más altruista. En materia de gobierno y de negocios, el tema termina participando en la regulación de procesos densos como la minería, la producción agropecuaria, el uso del suelo y diversos eslabones de la cadena industrial.
Pues bien, aceptadas la importancia y magnitud de la cuestión, y sumadas las correspondientes consecuencias en el campo de las locomotoras del Gobierno, resulta, por lo menos paradójico, que al frente de la cartera de Ambiente se encuentre quizá el peor ministro que hayamos conocido en el ramo, no solo por su inocultable ignorancia en el tema, sino por su evidente incapacidad para liderarlo. Debido, entre otras cosas -y curiosamente- a que por cuenta de su propia iniciativa, prácticamente se quedó sin oficio.
Cuando el Minambiente volvió a su esencia y de nuevo se separó de Vivienda, quedó con dos funciones básicas: la conservación ambiental, incluido el manejo de zonas protegidas y, el licenciamiento. La primera, bajo el dominio total de la Unidad de Parques; y la segunda, dirigida por la poco conocida ANLA en su papel de autoridad de licenciamiento ambiental. Ambos organismos, sin personería jurídica, pero con el poder suficiente para controlar el sector.
Con tanto tiempo libre el ministro, se le colgó la ley para reformar unas CAR que ya no aguantan más cuestionamientos de clientelismo, ineficiencia y corrupción en medio de la horrible crisis causada por el invierno. Y la verdad, poco le hemos oído decir de la ley de tierras, ni lo hemos visto tirar línea en serio en relación con una actividad como la minería, que está muy cercana al caos.
PD. Hablando de las CAR, la Procuraduría encontró serias irregularidades en la elección de los alcaldes para las juntas directivas de esas entidades y suspendió los procesos para elegir a los gerentes. Como es sabido, algunas de esas Corporaciones se niegan a cumplir las decisiones adoptadas por el organismo de control, garantizando mañosamente la reelección de directores. ¿Hasta cuándo, Presidente?