La reciente elección de Gregorio Eljach Pacheco como Procurador General de la Nación por parte del Congreso de la República es, sin duda, un acierto que merece el aplauso, por tratarse de una figura que encarna los más altos valores de integridad, ética y profesionalismo, esenciales para un cargo de tan alta responsabilidad.
Como secretario general del Senado de la República, Eljach demostró no solo una sólida formación académica, sino también un carácter firme y ecuánime, atributos indispensables para la tarea que le espera al frente de la Procuraduría. Se trata de un hombre cuya vida pública ha estado marcada por el servicio a la nación y la defensa de los principios que rigen un Estado de Derecho. En su paso por el Senado evidenció capacidad para manejar situaciones complejas con serenidad, eficiencia y transparencia. No es común encontrar figuras públicas cuya trayectoria, tanto en lo personal como en lo profesional, estén exentas de controversias, máculas o señalamientos, lo que nos habla de la solidez de su carácter, más el profundo compromiso con la ética y las buenas costumbres.
Pero lo que destaca aún más en la figura de Eljach es el ser un hombre libre. Libre de ataduras políticas, libre de componendas o intereses oscuros que tantas veces manchan la labor de quienes ocupan altos cargos públicos. Es alguien cuya independencia de criterio lo coloca en una posición privilegiada para cumplir la misión que le corresponde al convertirse en el primer vigilante del cumplimiento de la ley y la moral pública; su elección no responde a presiones ni acuerdos amañados, lo que garantiza que sus decisiones serán guiadas exclusivamente por ese deber de servir al pueblo colombiano y a las instituciones del país.
El Procurador General tiene una responsabilidad enorme, ya que su tarea consiste en vigilar el correcto funcionamiento de la administración pública y en disciplinar cualquier desviación de la legalidad. En tiempos en los que la confianza en las instituciones se tambalea y la ciudadanía exige más transparencia, la elección de una persona de la talla de Gregorio Eljach es una exhalación de aire fresco, pues su compromiso con la verdad y la justicia será clave para que la Procuraduría recupere y mantenga su papel como garante de los derechos y deberes de todos los colombianos.
En conclusión, la llegada de Eljach Pacheco a la Procuraduría General de la Nación es un paso en la dirección correcta para el fortalecimiento de las instituciones colombianas.
Todo concepto consignado en esta columna, es fruto de exploración en diferentes sectores y nos permiten esperar del novel procurador un desempeño profesional, imparcial, justiciero y ecuánime. Felicitamos al Congreso por esta elección y le deseamos al señor Procurador el mayor de los éxitos en su delicada, pero imprescindible misión.