HORACIO GÓMEZ ARISTIZÁBAL | El Nuevo Siglo
Lunes, 31 de Octubre de 2011

Ciudad líder  

 

La universidad en general es la que orienta en Manizales la actividad espiritual y humanística del departamento.
Por estos días la ilustre urbe afronta dificultadas en el suministro de agua. Paradójicamente el invierno es el causante; una avería en el tubo madre del acueducto provocó la emergencia.
La universidad bombea sangre progresista a todas las áreas y revitaliza todos los campos con las técnicas modernas. Antes se decía: ganarás el pan con el sudor de la frente. Hoy se expresa: ganarás el pan con el sudor de la mente.
La cultura no es en Caldas una teoría, sino una fuerza viva. Manizales es la ciudad señora de la comarca. Su liderato intelectual es axiomático. Y si la madre crece, los polluelos, que son sus pueblos, sus aldeas, sus veredas, siguen el ritmo que ella les marca.
Por la cultura, Caldas es uno de los astros que más brillan en Colombia. No hay pueblo pequeño; la grandeza de un pueblo no se mide por el número, así como el valor de un hombre no se mide por la estatura. La única medida es la cantidad de inteligencia, la cantidad de virtud, el pueblo que da grande ejemplo: a Caldas se le ha llamado el Departamento Modelo del País.
Hasta hace algún tiempo se decía que en Manizales todos hablaban latín. Y se agregaba. Manizales tiene 300.000 poetas y unos habitantes más. Si a un caldense lo ponen a escoger entre la verdad y el camino para llegar a la verdad, prefiere esto último.
Para el caldense es más meritorio hacer una empresa que comprarla hecha.
Un pueblo superior no lo es tanto por sus dotes como por sus nobles ambiciones. El que piensa que ya llegó y duerme sobre sus laureles se estanca, y estancarse es retroceder. La voluntad hazañosa de un pueblo se distingue por su vibrante actitud frente a la vida, su vigor intelectual y su proyección hacia el futuro. Mientras la mitad de su alma se ocupa en lo que fue, la otra mitad se preocupa de lo que va a ser. Si es verdad que el espíritu tradicionalista apoya su confianza en la sabiduría del pretérito, también lo es que el destino misionero del hombre le exige a éste superar el pasado con permanentes creaciones proyectadas hacia lo por venir. Un pueblo es un ser y un quehacer. Tal la razón para que sea esta una de las parcelas colombianas con más definida fisonomía propia y con más recia y afirmativa personalidad en la lucha por la conquista de su destino histórico.