HORACIO GÓMEZ ARISTIZÁBAL | El Nuevo Siglo
Sábado, 26 de Noviembre de 2011

Se necesitan empresarios 

 

 

Latinoamérica  y especialmente Colombia, deberían ser por mil causas económicas y sociales, como han sido los anglosajones y en los últimos años pueblos como Japón, Corea, tierra de gentes de empresa; mineros, comerciantes, agroindustriales, hombres de trabajo; pero las fatalidades de la historia y la voluntad de las gentes han resuelto otra cosa, convirtiendo a estos países en focos literarios, patria de intelectuales y semillero de burócratas, o como dice un amigo, centro de la “burrocracia”.

Repasemos la vista en torno de la sociedad y fijemos la atención en cualquier familia: será gran fortuna si logramos hallar entre sus miembros algún industrial o figura destacada en la tecnología, el comercio o en la creación de gran riqueza; pero es indudable que habrá en ella abogados, periodistas, maestros, pintores, literatos, poetas.

Somos un pueblo donde ha entrado la manía de naciones viejas y decadentes, la enfermedad de hablar y de escribir y no de obrar, de agitar palabras y no cosas, dolencia lamentable que constituye un signo de laxitud y de flaqueza. Casi todos miramos con horror las profesiones activas que exigen voluntad enérgica y espíritu de lucha, pues no queremos combatir, sufrir, arriesgar y abrirnos paso por nosotros mismos hacia el bienestar y la independencia. Qué pocos latinoamericanos o colombianos se deciden a descuajar la montaña, a vivir en los llanos o selvas, a explotar nuestros mares, a explorar ríos, a irrigar campos, a aprovechar los tesoros de nuestras minas. Hasta las manufacturas y el comercio con sus riesgos nos atemorizan y en cambio contemplamos aumentar año por año la multitud de los que anhelan a todo precio la tranquilidad, la seguridad, el semi-reposo de los empleos públicos y las profesiones literarias. En todo esto estamos estimulados, empujados por la sociedad entera. Todas las preferencias de los padres de familia son para los abogados, los doctores, los administradores, los oficinistas, los literatos y los maestros. Pío Baroja le hace decir a uno de sus personajes: Hijo mío, si no sirve para nada, estudia para abogado.

La enseñanza latina y colombiana es esencialmente libresca, abstracta, académica. En América Latina necesitamos ejércitos de empresarios. En nuestro país se le inculca al  joven que nace “para ser doctor y buscar puesto. Tenemos 300.000 doctores sin puesto.