“Se consolidó debacle del chavismo-marxismo”
2017 ha sido el año feliz en que se consolidó la debacle del chavismo-marxismo en las Américas.
De hecho, la filosubversión, la burguesía autoinmune y la idolatría revolucionaria están de capa caída.
En Chile, por ejemplo, el Frente Amplio sufrió una aparatosa derrota, tan importante, o más, que la del propio candidato oficialista, A. Guillier.
Aunque sus líderes, encabezados por Beatriz Sánchez y los demás simpatizantes del extremismo, tanto en España como América, terminaron apoyando a Guillier (en cuya coalición anidaba el partido comunista), la izquierda no logró ser superior a la sensatez de los chilenos.
De hecho, de nada sirvió que a última hora el ídolo de mochileros, montoneros y marihuaneros, Pepe Mujica, irrumpiera en el escenario electoral, porque, Piñera, holgada y sosegadamente, venció por un margen de casi el 10 por ciento.
En Brasil, el maestro del redentorismo chavista, Lula da Silva, también se encuentra en serios problemas y lo más probable es que el 24 de enero se ratifique su condena, con lo cual, en vez de pasar los próximos nueve años en el palacio de Planalto, lo más probable es que los pase en la prisión.
En la práctica, eso significa que la tendencia marcada por el actual presidente, M. Temer, se consolidará, y que el país podría quedar en buenas manos si accede al poder cualquiera de los precandidatos de centroderecha: Huck, Maia, Meirelles, o el más opcionado, Bolsonaro, con su refrescante interpretación de la realidad brasilera.
Por su parte, México podría deshacerse definitivamente del permanente asedio de López Obrador, a quien su desesperada comunión con el derechista y evangelista Encuentro Social no logrará despojarle de su identidad iliberal.
Para no ir muy lejos, Ricardo Anaya, candidato del conservador partido de Acción Nacional ha desvelado la verdadera naturaleza ideológica de López ya que, para éste, “una alternativa para recuperar la paz es una amnistía consistente en que el Estado olvide y por tanto perdone al crimen organizado; pero eso se planteó en Colombia y fue un rotundo fracaso”.
Puesto que México es una pieza fundamental en la lucha contra las drogas, la delincuencia internacional y la expansión rusa y china en las Américas, el triunfo de Anaya y el panismo sería también el triunfo de la democracia contra semejantes pandemias.
De otro lado, en Honduras, la reiteración del triunfo de Juan Orlando Hernández devuelve la estabilidad a un país que, a pesar de estar sometido a la permanente agitación del expresidente Zelaya, íntimo aliado de Lula y de Maduro, no se va a dejar arrastrar a la violencia por el ánimo destructivo de quienes prefieren el uso de la fuerza a dirimir las controversias en las altas cortes.
Por último, si a todo lo anterior se suma la inesperada pero gratificante distancia que ha tomado Lenin Moreno, en Ecuador, para superar el socialismo chavista de su antecesor, Rafael Correa, queda claro que el 2018 será luminoso no solo para el hemisferio sino también para Colombia, justo por liberarse del lastre que ha venido carcomiendo sus instituciones y su libertad.