Hugo Quintero Bernate | El Nuevo Siglo
Martes, 6 de Enero de 2015

ARRECIFES

La niñez perdida

La   reciente noticia del asesinato de César Criollo en Flandes (Tolima), un funcionario público de la Administración Distrital de Bogotáconocido por sus aportes a la promoción del uso masivo y seguro de la bicicleta como alternativa de transporte, es doblemente dolorosa. No solo se cortóla vida de un hombre valioso y preocupado por el bienestar colectivo, sino que quien la segófue un menor de edad.

La utilización de los menores de edad para actividades criminales es otra herencia diabólica que el narcotráfico le ha dejado al país. Desde aquel año terrible en que el cartel de Medellín usóa un menor de edad para asesinar al ministro Rodrigo Lara Bonilla, pasando por el homicidio del capitán de la Policía Nacional, Luis Alfredo Macana, el país lamentablemente se acostumbróa oír hablar de niños asesinos.

La gran tragedia del problema de la delincuencia de niños y adolescentes es precisamente esa, que el país se acostumbróa ella. Dejóde ser un hecho extraordinario y por tanto ya no es noticia. Han sido tantos los casos y abarcan tantas formas de delincuencia que se volvieron parte de la rutina violenta a la que, lamentablemente, estamos habituados.

Un niño o un adolescente que delinque es no solo un trauma por símismo, sino un síntoma de problemas sociales aún más graves. Y lo más sorprendente es que se trata de un tema sobrediagnosticado  pero respecto del cual ningún gobierno ha sido capaz de adoptar soluciones estructurales y definitivas.

El abandono en que crecen los niños a causa de la irresponsabilidad paterna y la necesidad materna, es una causa identificada desde antes de la "Ley Cecilia" y el asunto no ha hecho sino empeorar en estos más de 50 años. Promesas ha habido de todo tipo, hasta la más reciente del alcalde Petro de construir 1.000 guarderías, de las cuales no ha completado ni 10.

Los gobiernos nacionales ya ni siquiera prometen. A la  bienintencionada directora del ICBF, muy sensible ella y muy trabajadora, lo urgente no le deja ocuparse de lo importante. Mientras intenta que la politiquería y la corrupción no se apropien de los recursos destinados a los niños, no alcanza a ocuparse de los menores victimarios por andar pendiente de los menores víctimas. Entre tanto, los índices de la delincuencia infantil y juvenil siguen creciendo. Menores de 12 años comprometidos en extorsiones o de 18 en homicidios, hurtos,  violencia carnal, etcétera, porque no han conocido más familia que la pandilla, ni más seguridad que la de un arma.

 

El Estado colombiano frente a semejante problema ha reaccionado huyendo hacia medidas de derecho penal, sin tener en cuenta que es más barato e infinitamente más efectivo gastar en jardines infantiles o en Madres Comunitarias que en centros carcelarios juveniles. Y nada parece indicar que el tema vaya a mejorar. Al revés, no se sabe de ninguna propuesta para solucionar el problema de los niños reclutados forzosamente que no han conocido más vida que la guerra, ni más útiles que el fusil. No se sabe ni cuántos son.

@Quinternatte