HUGO QUINTERO BERNATE | El Nuevo Siglo
Martes, 16 de Octubre de 2012

Mujeres perseguidas

 

Todos  los movimientos políticos que pululan por el planeta en plan de redentores, de una humanidad que en la mayor de las veces no quiere ser redimida de nada, fundamentan casi todos los crímenes que cometen con “fines altruistas” en la supuesta igualdad que lograrán para los que sobrevivan a sus acciones.

Algunos triunfan y alcanzan la dirección de algún país, otros se quedan eternamente en una guerra que no los lleva a ninguna parte y algunos logran obtener el poder aunque sin llegar a consolidarlo, pero todos, sin distinción de ideología o de credo, terminan convirtiéndose desde la dirección del Estado, en una amenaza peor para sus pueblos que la que combatieron.

Y las que más parecen sufrir las consecuencias de todos esos mesías armados que se auto-atribuyen el deber de salvarlas de la “desigualdad”, son las mujeres. En el caso colombiano, por ejemplo, no deja de ser simbólico que en la mesa de negociaciones de paz con las Farc, un grupo cuyo maltrato a las mujeres es histórico, no haya ninguna colombiana. Como si el conflicto fuera un problema exclusivamente masculino.

En Cuba, donde reina una ideología parecida a la que las Farc quieren implantar aquí, la semana pasada detuvieron arbitrariamente a Yoani Sánchez, una activista que no tiene más método de protesta que su cuenta de twitter o su blog, nada de lo cual puede ver ella en su propio país. No deja de ser vergonzoso y un verdadero fracaso de un régimen que se supone de izquierda y progresista que dedique gran parte de sus grupos policiales y de inteligencia a hostigar una mujer por el delito de opinar.

En Pakistán el atentado contra la adolescente Malala Yusufzai por parte de talibanes que la intentaron asesinar simple y llanamente porque ella defiende el derecho de las mujeres a estudiar y aquellos señalan que el Corán lo prohíbe, muestra hasta qué punto puede llegar el fanatismo religioso contra el sector femenino de la población.

Tampoco es que los ataques contra las mujeres sea exclusividad de los islamistas o de los talibanes, hay sectores radicales del catolicismo o del protestantismo que se empeñan en negarles a las mujeres cualquier derecho, sobre todo si se trata de los reproductivos, sexuales o de disposición sobre su propio cuerpo. Y todavía aquí, y no solo en los sectores rurales, hay padres de familia que consideran plata perdida la que se invierte en la educación de las hijas.

Y lo peor de la situación femenina no es que la discriminación se reproduzca a diario por el sector masculino, con más o menos consciencia, sino que en la mayor de las veces es impulsada por las propias mujeres.

En el reciente caso del juicio de Valerie Domínguez, las más dolidas con su absolución, a juzgar por las reacciones en twitter, fueron sus propias congéneres. Porque si hay algo que no se perdonan las unas a las otras es la belleza, el éxito económico o simplemente la buena suerte.

@Quinternatte