HUGO QUINTERO BERNATE | El Nuevo Siglo
Martes, 1 de Noviembre de 2011

El megáfono roto

 

A  Gustavo Petro Urrego lo eligieron como primera autoridad administrativa de Bogotá 720.000 ciudadanos, casi 200.000 menos de los que respaldaron a Samuel Moreno Rojas, su antiguo compañero de partido y de andanzas políticas, hoy privado de la libertad.
La elección de Petro es un fenómeno político. En primer lugar, significa que la mayoría de la ciudadanía bogotana terminó responsabilizando al Polo oficialista por todos los problemas de la alcaldía Moreno y premiando la disidencia de Petro, que supo distanciarse a tiempo rompiendo con las solidaridades de su partido para adherir a las denuncias públicas sobre la corrupción del gobierno distrital.
En segundo lugar puede significar que obtuvo el perdón de los bogotanos -por lo menos de 720.000- por su pasado guerrillero en el M-19, lo que no deja de ser especialmente simbólico en la ciudad donde se escenificó la toma del Palacio de Justicia, el más sangriento de los ataques de esa agrupación subversiva y su más grande error político, aún no suficientemente aclarado.
El triunfo de Petro y el de su lista al Concejo Distrital, la denominada de los “Progresistas”, también puede interpretarse como una lección de la democracia colombiana que, por la vía de las urnas, le entrega el segundo cargo del país a un ex guerrillero. Semejante situación no sólo significa el perdón y olvido de las andanzas al margen de la ley del alcalde electo, sino un mensaje directo a las Farc, que en su intención de “tomarse” Bogotá nunca han podido bajar del páramo del Sumapaz. Es obvio que para llegar al poder es mejor apostarle a la política que a las armas.
Pero tal vez la lección más clara de las elecciones para autoridades regionales que acaban de pasar, es que los votos no son endosables, pero el desprestigio personal sí. Álvaro Uribe Vélez, que es probablemente el político más votado de los últimos años, ha sabido construir, con esa dedicación y meticulosidad tan suyas, las derrotas de sus candidatos a gobernación, alcaldía o concejo municipal.
Las alcaldías de Bogotá, Medellín y Bucaramanga y la gobernación de Antioquia deben ser las que más le duelen al ex presidente, pero sobre todo la de la capital de la República donde, fiel a su tradición, vuelve a encajar una derrota, con el agravante de que ahora facilitó el triunfo de su némesis.
Uribe, que se especializó en atraer a sus millones de votantes con las grandes dotes de comunicador que todo el mundo siempre le reconoció, fue incapaz de convencer a sus partidarios de seguir a sus candidatos y, por el contrario, terminó convertido en un lastre para sus prohijados.
Peñalosa fue el más perjudicado porque tenía el mejor escenario para repetir alcaldía: fama de administrador bueno, honrado y eficiente en una ciudad que lo necesitaba para salir de la peor crisis de su historia. Todo parecía servido para su triunfo hasta que, fiel a su tradición de cometer los peores errores políticos, decidió soltarle un megáfono a Uribe.


Twitter:@quinternatte