Hugo Quintero Bernate | El Nuevo Siglo
Martes, 30 de Diciembre de 2014

ARRECIFES

Los mismos

La violencia contra las personas es probablemente el más grave problema de la humanidad y sobre todo de las sociedades en vía de civilización.

Un ladrón que en una estación de Transmilenio en Bogotáapuñala en el rostro a una persona por quitarle un celular. Miembros de un grupo guerrillero que en pleno proceso de paz deciden tomarse un puesto de vigilancia ecológica para asesinar a los policías. O radicales islámicos que asesinan 147 niños en una escuela de Pakistán por el "terrible delito" de estudiar, son todas caras de la misma moneda de la insensatez humana.

Cuando una persona, con premeditación y alevosía, como dice el Código Penal, prepara un acto de violencia contra un semejante y lo ejecuta sin detenerse por las consecuencias desastrosas de su actuar, decide pasar límites de humanidad que jamás volveráa recuperar.

Hasta los grupos de izquierda que han justificado la violencia como “partera de la revolución" bajo la premisa de que "el poder nace de la boca del fusil" han reconocido que en un eventual triunfo de sus tesis y métodos, no hay nada más difícil que desprender a la gente del poder de las armas. O mejor de la violencia.

En Colombia, donde nos aprestamos a firmar un tratado de paz con el grupo guerrillero más antiguo del país, aparte de propaganda oficial, no se conocen planes reales de resocialización para quienes vienen de una vida consagrada absolutamente a la violencia. A diferencia del cuento del perro, al país síle puede pasar dos veces lo mismo.

Aunque las cifras oficiales no lo digan hay una clara relación de causalidad entre la paz uribista con los paramilitares y el incremento de las bandas criminales y el delito de extorsión. Cada desmovilizado sin empleo, sin dinero, con armas y con matar como el único saber hacer, es un fácil recluta de nuevas formas de criminalidad.

Ni siquiera hay una estadística clara de cuáles y cuántos son los integrantes de la guerrilla, de modo que todo estásupeditado, como en la paz con el M-19, o con los paras, a los listados que ellos mismos entreguen. Y, por supuesto, tampoco se sabe quétrato les van a dar. ¿Recibirálos mismos beneficios el individuo que puso la bomba en el Nogal, el que matóa los concejales del Caquetáo a los niños de Bojayáque el que simplemente estaba "cuidando" campos de coca?

Nadie da respuestas. Y, peor aún, todo parece descansar en que sean las víctimas las de la obligación de perdonar a quienes han sido sus verdugos de tantos años, en una inversión de valores francamente esquizofrénica.

Es la misma esquizofrenia del sistema penal colombiano que cada que logra atrapar a un delincuente de esos que roban celulares a punta de puñal, como el que robóa la periodista de Bucaramanga, le otorga casa por cárcel, sobre la base muy criminológica de que es un "pobre delincuente" que actúa por necesidad.

Es el mismo sistema penal que encarcela inmisericordemente a cualquier funcionario público a la menor equivocación.

@Quinternatte