Uno de los pasos fundamentales para lograr la trascendencia es la integración del ego. Sin luchas internas ni batallas que ganar, sencillamente desde el amor.
Desde el lenguaje de la guerra, propio del patriarcado presente desde hace milenios, la vida es un combate: es más fácil librar una batalla que vibrar en la frecuencia del amor que ya somos, del amor manifiesto en todo lo creado. Pelear es un lugar conocido por todos -mis disculpas por la generalización-, que es parte del proceso vital y que estamos llamados a superar; una de las confrontaciones más duras es con nosotros mismos, con nuestras sombras, esas que nos acompañan para que podamos reconocer la luz.
Desde pequeños construimos un ego, necesario para sobrevivir, pero que a medida que crecemos se hace estorboso y no nos permite vivir. Si hoy, tras muchos años de trabajo como terapeuta, tuviese que dar una definición de ego, diría que es un sistema dinámico de pensamientos, sentimientos, emociones e instintos de baja frecuencia, que nos fragmenta y nos impide tener consciencia de la totalidad, el amor y la luz.
Las manifestaciones del ego vienen en parejas conformadas por una forma sentimiento baja (fsb) y una forma pensamiento baja (fpb). Bajas, caídas, pues nos mantienen en estados automáticos, desconectados de lo que verdaderamente somos. Son estados temporales que, sin embargo, nos permiten realizar aprendizajes fundamentales. Por eso luchar contra el ego resulta ser otra manifestación de él. Podemos aventuramos a descubrir qué podemos aprender a través del sistema egoico, al pasar de formas sentimiento y pensamiento bajas a otras elevadas.
Desde el ego sentimos envidia (fsb) por los logros ajenos e insatisfacción (fpb) ante la vida; o ira (fsb) por todo lo terrible que sucede y ansias desesperadas de perfeccionismo (fpb); o vanidad (fsb) y deseo de aparecer en cuanta foto haya, pues creemos desde el autoengaño (fpb) que si no nos ven no nos aman ni existimos; o compramos falso amor (fpb) sirviendo a los otros, con el orgullo (fsb) de no pedir aquello que necesitamos. Nada de ello vibra en la frecuencia del amor.
También podemos regodearnos en el poder y la lujuria (fsb), con castigo (fpb) a quien se nos opone; o sentimos culpa (fpb) y miedo (fsb) al castigo por equivocarnos; o tenemos pereza (fsb) de hacernos cargo de nuestra vida, con olvido de nosotros mismos (fpb); o desde la avaricia (fsb) no compartirnos y por el contrario preferimos no tener para no dar, desde el desapego patológico (fpb); o querer desde la gula (fsb) probar de todo sin contención alguna, en autoindulgencia (fpb) ¿Cuáles de esas formas pensamiento y sentimiento caídas puede identificar hoy en su vida? Algunas…