Juan Sebastián Bach, uno de los gigantes que más han enriquecido a la humanidad con el prodigio de su música extraordinaria sostenía: “El cielo sin música, no sería cielo”. Pocos países como Colombia, tan urgidos del bálsamo refrescante de la música para salir del hueco gris en que nos asfixiamos. Nos aniquila y hostiliza el terrorismo, la violencia, la inseguridad, la desigualdad, el canibalismo.
Por fortuna instituciones maravillosas como la Corporación Cultural Inter Colombia desde hace cuatro años viene realizando el Festival Internacional de Música Sacra para transportar al pueblo colombiano al mundo mágico de las armonías, los arpegios y los éxtasis. Desde ya tendremos cuatro semanas de física invasión musical en que participaran 550 artistas de los más famosos del mundo, proporcionando conciertos, danzas y espectáculos de la más alta calidad, con la asistencia de más de 15 mil personas. Los eventos se cumplirán en teatros, universidades, clínicas, iglesias, centros comerciales y Transmilenio. Catorce culturas estarán presentes; citemos algunos importantes países: EE.UU., España, Argentina, Sudán, India, Venezuela, Ecuador, Italia.
Del patronato organizador hacen parte, entre otros, el cardenal Rubén Salazar Gómez, Bogdan Piotrowski, uno de los decanos de la Universidad de la Sabana; la ex-ministra Elvira Cuervo de Jaramillo, Jorge Cárdenas Gutiérrez, Alfredo Goldschmidt, Jaime Posada Díaz, presidente del Colegio Máximo de las Academias; Néstor Rodríguez, Rvdo. P. Pedro Mercado, Nelson Osorio Lozano, Carolina Gómez, Bella Clara Ventura y Mariana Piotrowska, directora.
El dinero sirve para muchas cosas materiales y efímeras, viajes, fiestas, mansiones faraónicas, carros lujosos. Pero solo el espíritu llega a la raíz del alma. Hay millonarios que mueren de tedio en el fondo de sus palacios refrescados por las brisas y adornados con objetos costosísimos. Pero en sus entrañas se sienten desolados y vacíos por la falta de la riqueza espiritual que todo lo dinamiza, le da alegría, felicidad, plenitud. Existen espíritus superiores que encuentran su refugio en asuntos mecánicos, rutinarios y desgastadores. Que saben de la energía milagrosa de la música, del éxtasis originado en las melodías celestiales.
El ser humano solo con la música encuentra el equilibrio, la salud moral, la belleza interior. Además de carne y hueso, tenemos emociones, estremecimientos anímicos, sensibilidad, juego interior. Es esto lo que nos diferencia de las bestias y los salvajes.
Hay que felicitar a Mariana Piotrowska, líder de este festival de Música Sacra, pues todos la vemos como “la dama de las mil armonías y de los mil arpegios”
En el editorial de la publicación elaborada para promover este gran certamen cultural, dice Mariana Piotrowska: “Tenemos que volver a Dios. En estos tiempos de consumismo, materialismo, inmediatez, tendemos a olvidar que no solo somos materia, sino que también somo espíritu, que tenemos un motor, una fuerza interior que necesitamos alimentar para poder trascender. 'Y que mejor alimento para la espiritualidad, si no es la música'”.