Se cierra enero, mes de esperanzas y promesas para la sociedad del común en rebusque, o con deseos de respirar aire propio, como pequeños y medianos empresarios; piensan en defensa personal, o sostenimiento familiar.
Son expectativas de legiones comunitarias, con mínima y mediana educación básica y, algunos técnicos, capacitados como potenciales protagonistas para verdadero emprendimiento empresarial y economía naranja.
Tienen esa confianza, mujeres y hombres, conocedores de algunos oficios aprendidos a sol y sombra en actividades no bien reguladas, como construcción, empaques, conducción vehicular y vigilancia de inmuebles.
Están así, personas de todas las edades. Buscan ganar el sustento, lejos de calle, delito, vicio y oficios, condenados al desprecio; no les llegan planes para educación básica, ni un verdadero aprendizaje de trabajos útiles para empresas de todo nivel.
Esto sucede, mientras se silencia el -Sena- consolidado con resultados, hace cinco décadas, como escuela de formación de operarios en diversas áreas. Ahora se desvanece, luego de intentos frustrados para convertirlo en Universidad técnica popular.
Es una mirada detallada, luego de sopesar el panorama de cientos de vendedores ambulantes, en puntos y cruces de intenso tránsito peatonal y vehicular, en zonas céntricas de comercio y aún en algunas residenciales.
El espectáculo lamentable está en las estufas móviles, a cargo de luchadores por la vida, vendiendo comestibles en sitios de alta concentración pública y también en escaleras de Trasmilenio. Esto es reflejo de la creciente precariedad social en el olvido.
Ahí radica que desconozcan lo que significa Estado y país y aumentan incredulidad hacia todos los Gobiernos, por la falta de programas asistenciales humanos y productivos, sin caer en limosna pública.
Ahora, cuando se propone desarrollar el emprendimiento empresarial y la economía Naranja, está a flote la necesidad de configurar, la dirigencia de los dos proyectos mencionados, de manera práctica, didáctica y atractiva, sin excluir a nadie.
La economía Naranja, florece con crecida realización teatral de orden nacional, con preparación de jóvenes en escuelas de formación cinematográfica en distintas ciudades; Hay producción colombiana, exhibida en el exterior.
Otro tanto debe dirigirse por fin, hacia el deporte, una vez Coldeportes sea ministerio, pero sin pista de derroche estatal.
Está pendiente conocer qué, tendrá el ministerio de Ciencia, para entrar al vuelco mundial del conocimiento, ojalá, con capacitación laboral, desde lo sencillo, hasta la llamada tecnología Plus.
Los dos proyectos de Gobierno, requieren dirigencia, administración y manejo financiero, para llegar al punto estrella visualizado, sin exceder contratación y siempre, con cero corrupción y, sin desgreño.
El enfoque abierto al país, señala la hora para el arranque sincronizado en emprendimiento empresarial y economía naranja, con inversión pública y privada, que traducirá el progreso y empleo para muchos.