JAIME PINZÓN LÓPEZ | El Nuevo Siglo
Miércoles, 18 de Diciembre de 2013

Sin don Guillermo Cano

 

La  Navidad está vinculada, en Colombia, al recuerdo, con tinta indeleble, del varón recto y gran periodista, defensor de la libertad de expresión,  víctima de la violencia desatada por el principal capo del narcotráfico de la época y sus secuaces, el diecisiete de diciembre de 1987. Su ejemplo permanece y para la prensa es orgullo contar con sus actitudes y manifestaciones, que dejan huella. Sin  haberse dejado intimidar.

Transcribo, de su columna de  diciembre de 1982: “Todas las Nochebuenas quisiéramos repetirlas, eternizarlas. Cada una con su deslumbrante magia, contagiosa y bella. Y en lo más profundo desearíamos que alrededor del pesebre creciera y creciera, aumentara y aumentara la audiencia familiar, la presencia de amigos, los amigos entrañables que se multiplican y decantan con los años, en unas Navidades en las que no hubiera ausentes seres queridos y no olvidados. Pero es ley  inexorable de nuestra fugaz existencia que el tiempo siga su marcha, sin detenerse y que enredados en sus días y en sus horas y sus minutos desaparezcan algunos o muchos de nosotros, de los nuestros, cada año y cada año, como compensación generosa por lo que hemos perdido irremediablemente, que broten nuevos retoños para que la maravillosa sustitución de los muertos por nuevos vivos, en que se repiten la sangre y los afectos, nos permita cargar con la soledad de la propia vida, que de otra manera resultaría insoportable”.

En  época de Navidad, y  elecciones, incluyo, de su Libreta de Apuntes, “¡Es Tiempo de Despertar!” publicada en 1983, que  parece  de hoy, el concepto siguiente: “¿Los partidos políticos colombianos, sus nuevas fuerzas están tan deteriorados y se han insensibilizado a tal extremo que no pueden enfrentar, ni afrontar, con energía y prontitud el desafío que les están planteando quienes quieren suplantarlos  con los recursos y los sistemas que durante más de ciento cincuenta años de vida republicana hemos considerado como impuros, despreciables e indignos? El pueblo colombiano, a quien se va a pedir decisiones el próximo año, no puede llegar vendado ni mucho menos drogado a las elecciones sin saber quién lo está volviendo ‘mula’. Y nos asiste la preocupación de que, una vez más, los medios de comunicación, al revelar los prontuarios y antecedentes de los nuevos ídolos de barro, puedan ser sindicados de estar sirviendo de idiotas útiles a quienes tratan de desenmascarar. Pobre país si al Capitolio llegan  pillos o lobos disfrazados de ovejas. ¡Aún es tiempo para que Colombia despierte!”.

Los días de Navidad y Año Nuevo, de los cuales tanto disfrutaba don Guillermo Cano, nos unen, por el árbol y el pesebre, siempre y cuando tengamos la generosidad de compartir y la esperanza de seguir adelante. Ojalá que los esfuerzos por la paz rindan frutos, que podamos vivir una existencia mejor y legarla a nuestros descendientes, propósito colectivo que reiteramos.