Distrito bipolar
Las declaraciones que dio el alcalde Gustavo Petro esta semana, en entrevista a la W, dejan ver que la administración dedica más tiempo al debate que a la acción. Fiel a su retórica y a su tono prepotente el alcalde dejó ver que los problemas de la ciudad son culpa de todos menos de su trabajo.
Resulta triste que en medio de la crisis la alcaldía se dedique a señalar pero no a ejecutar. A Petro hay que recordarle que el cargo que ocupa demanda acciones. El éxito de lejanas administraciones se logró por la implementación de políticas que incidieron de forma positiva en la vida de los ciudadanos.
Infortunadamente, en la Administración de la retórica todo parece producto de la improvisación y del caprichoso anhelo de una izquierda que después de tres administraciones ha demostrado que su capacidad ejecutiva no solo es reducida, sino que parte de principios equivocados.
Paralelo a este proceso de improvisación administrativa el Gobierno nacional decide nombrar una consejera para la ciudad. Figura que, sospecho, surge de la importancia que tiene la capital para la economía nacional.
Sin embargo, acosado por los fantasmas de la derecha y de la oligarquía, Petro paranoico abandona nuevamente sus funciones y convierte el cargo de alcalde en el capote con el que se enfrenta a un toro inexistente.
Ya quisieran otras ciudades del país contar con una figura tan importante en el interior de un gobierno. Nación y Distrito trabajando de la mano podrían impulsar a Bogotá mucho más lejos de lo que había llegado antes de la siniestra llegada de la izquierda administrativa (valga la redundancia).
Yo recomendaría, a los allegados al alcalde, que aconsejen a Petro para que entienda los beneficios de recibir el apoyo de la Nación. Que se baje de la butaca del populismo, porque esa es útil para fortalecer la vanidad de las campañas pero irrelevante cuando se trata de “administrar”.
No se trata de permitir que la Nación interfiera con los disparatados designios del alcalde, ni de menospreciar sus ideas aun cuando, recordemos, resultó electo con una de las votaciones más bajas de los últimos años.
Que alguien le recuerde a Petro que solamente tiene dos caminos posibles. El primero: hace como todos, desprecia los anteriores, paga nuevos estudios y al irse de su cargo deja como legado la ciudad diseñada en papeles. Para que el siguiente, al igual que él, pague nuevos estudios y repita el síndrome de posteridad que atormenta a todo aquel que llega al Liévano.
La segunda: acepta lo que tiene, construye sobre lo existente y será recordado por todos como uno de los pocos ejecutores que han administrado la ciudad.
@barrerajavier