JAVIER A. BARRERA | El Nuevo Siglo
Sábado, 24 de Noviembre de 2012

El falso patriotismo

 

Es curioso cómo de un momento a otro todos los corredores se llenaron con rumores de indignación, de patriotismo y de malestar por el fallo de La Haya. Ahora todos somos sanandresanos y sufrimos la pérdida como si fuera propia, como si en realidad nos interesáramos por la vida de nuestros compatriotas.

Leí incluso una columna en El Espectador, donde una no muy prolija persona opinaba que esto había sucedido por el miedo que el centralismo tenía por las costas. Argumentaba que Bogotá era la capital de Colombia por temor al mar, ignorando por completo la lógica fundacional española.

La culpa es del que vino antes y para la columnista la culpa es de los españoles, no de nosotros.

La última vez que estuve en la Isla escribí cómo “La belleza natural de San Andrés es opacada con la exuberante miseria que colma sus esquinas, una pobreza que entristece, ofende y espanta hasta a los defensores del capitalismo como lo soy yo”.

Y ahora, cuando oigo los rumores o veo noticias, me pregunto si en realidad nuestra percepción de “patria” es en realidad una manifestación mediocre de nuestro arribismo nacional, y si el dolor por la pérdida del mar territorial ha servido para resaltar nuestra tendencia de lastimeros: preferimos llorar que actuar.

Para la muestra el más claro ejemplo: ahora el expresidente Uribe (como buen especialista en patriotismo lastimero) viaja a la isla a manifestar su dolor y a explicar por qué Colombia debe actuar en la ilegalidad e ignorar el fallo de La Haya.

Como si la patria se construyera con llanto y verborrea, mas no con hechos.

Claro, también viajó a explicar por qué la culpa es del gobierno Pastrana, y no cuenta por qué él en sus 8 años tampoco pudo hacer nada. De milagro no culpó a los españoles.

En realidad todos somos como Uribe. Ahora nos duele San Andrés así hayamos vivido de espaldas a esa realidad. Nunca nos ha importado su economía, como nunca le ha importado al Gobierno nacional, y nunca nos hemos preocupado por la realidad que viven los isleños.

Sospecho que sucederá lo mismo el día que perdamos parte del Orinoco con Venezuela, o el día que el Chocó se independice o decida unirse a Panamá. Ese día, como buenos colombianos que somos, olvidaremos los años de abandono y gritaremos al unísono nuestro dolor de patria.

Tal vez, la realidad sea la siguiente: así como lo hace hoy Uribe, nos es más fácil llorar y gritar ante el “irresponsable” fallo porque, en realidad, indignarse por la pérdida es el catalizador que nos permite vivir tranquilos y esconder nuestra responsabilidad en la decisión.

Lloramos no porque nos importe, sino porque así disfrazamos de empatía esa verdad colombiana del día a día en la que a nadie le importa nada.

@barrerajavier