José Alejo Cortés, gran empresario colombiano fue distinguido con el premio a la Vida y Obra. Más que merecido. Y no es necesario hablar de su éxito y de su comportamiento ejemplar.
Lo que quiero es señalar una condición que es casi excepcional en Colombia, a saber, la de un gran ciudadano. Y es que entre nosotros es indispensable subrayar esta condición porque es bien notorio que hay un déficit de ciudadanía. Un enorme déficit. Y es que puede ser mayor en las personas que tienen responsabilidades muy complejas y que, entonces, consideran que ya con lo que hacen, muy importante, están cumpliendo a cabalidad con sus deberes como ciudadanos.
José Alejo Cortés es precisamente, el modelo de un empresario que continúa dando ejemplo de ser un ciudadano paradigmático. Es que para él ha sido fundamental estar bien informado sobre la situación nacional e internacional y, luego, si hay una oportunidad de influir o de contribuir en alguna forma, pues ahí está siempre dispuesto, con la mejor voluntad.
El déficit de ciudadanía en Colombia explica buena parte de los problemas que no logramos superar. La abstención electoral, por ejemplo, es uno de los más persistentes y graves. En ocasiones, más de medio país se ha marginado de los procesos de decisiones electorales. Y después, se quejan. Pero no actúan como ciudadanos cuando hay que elegir las autoridades y no actúan como tales cuando hay que criticarlas o aplaudirlas. En teoría, todo ciudadano debería pertenecer a una asociación y desde allí formar sus opiniones, contribuir a construir las de los demás y asumir actitudes más o menos públicas, según sea el caso, para así estar presentes en el proceso político nacional.
Creer que el silencio, la abstención, la indiferencia, el desentendimiento constituyen una manera de no untarse de la vida política es ignorar que es así como se condonan la corrupción, la mala administración, la ejecución indebida de las políticas públicas, el monstruoso latrocinio que se comete por parte de los contratistas que no cumplen con los estándares de buena alimentación para los niños en los colegios y así de muchos, muchísimos temas que nos agobian diariamente. Qué tal el tema de las aceras que dificultan tanto la posibilidad de caminar y que ocasionan tantos accidentes. El repertorio de asuntos es interminable. Algunos son muy cercanos al diario vivir, otros son más lejanos y complejos, pero ni unos ni otros conmueven a buena parte de los habitantes que creen que lo más cómodo es no ejercer sus deberes como ciudadanos y ni siquiera reclamar sus derechos.
Gobernar un país, un departamento, una ciudad, un barrio o una cuadra sin la presencia de una ciudadanía activa hacen en muchos casos la vida diaria invivible. Así ocurre en muchos edificios cuando no se logra establecer una cultura de respeto a unas reglas mínimas de convivencia. Es que ya ni en los colegios se logra. Ellos deberían ser un modelo de ejercicio de la ciudadanía. Pero aquí resolvimos, ya no sé cuándo, que mantener las buenas en los colegios, el conocimiento sobre la historia y los símbolos nacionales, era una tontería. Todo eso tiene mucho que ver con el enorme déficit de ciudadanía. Hoy sería necesaria una tarea monumental para construir una ciudadanía efectiva. La televisión, toda ella educativa, hace un trabajo muy negativo a este respecto. Y ¿a quién le importa?
El fenómeno de las migraciones masivas influye sobre la construcción de ciudadanía. Las grandes crisis sociales que se están viendo en países desarrollados y atrasados, reflejan esa ausencia de ciudadanía. Al mismo tiempo, muchos ciudadanos buscan obtener ciudadanías múltiples y creen que así se pueden desentender como ciudadanos en su país de origen. Hoy más que siempre es un tema central de la vida política.
Ojalá el ejemplo que sigue dando José Alejo Cortés sea promulgado e imitado en todos los niveles. Un ciudadano paradigmático.