José Félix Lafaurie Rivera | El Nuevo Siglo
Domingo, 22 de Mayo de 2016
La historia se repite
 
Difícil momento para la ganadería y para Fedegán, una actividad y un gremio que nunca la han tenido fácil, fundamentalmente porque este país se tragó el cuento de la izquierda de que, en pleno siglo XXI, la tierra es fuente de toda riqueza y, por ende, causa de todos los males, cuando el problema del país es la concentración de la riqueza toda, que no está precisamente en la tierra ni en el sector rural, sino en el financiero, las comunicaciones y la gran industria.
 
Fedegán nació hace 53 años como respuesta de unión ante una reforma agraria expropiatoria, que se hizo con alta dosis de corrupción e ineficiencia, sin que se hubiera reducido un ápice la pobreza rural, que es hija, más bien, del abandono del campo por parte del Estado.
 
Hoy la ganadería enfrenta una situación ni siquiera similar sino más grave, pero su institucionalidad está distraída en problemas, muy importantes sí, pero aun así menores, por la persecución oficial sin precedentes a Fedegán, que está minando la unidad gremial y concluyó con la toma, después de 21 años, del Fondo Nacional del Ganado y con una última e irresponsable decisión: la liquidación del fondo parafiscal de la ganadería, su más importante patrimonio.
 
Pero los ganaderos deben volver a unirse alrededor de lo fundamental. No es el momento de olvidar la Ley 001 de 1984, de Reforma Agraria Revolucionaria de las Farc, ni que fuimos declarados objetivo militar por nuestra condición de propietarios. No es momento de olvidar que por esa razón miles de ganaderos fueron asesinados y que durante décadas fuimos extorsionados, secuestrados y despojados, y aún lo seguimos siendo.
 
Esas mismas Farc impusieron una negociación a la que no tenían derecho, si es cierto que estaban acorraladas militarmente; e impusieron como primer punto una Reforma Rural Integral, apoyada en la participación comunitaria desde organizaciones que ya controlan, y de ONG y movimientos políticos afines, pero soportada principalmente en el control territorial. Por eso exigen 20 millones de hectáreas para el Fondo de Tierras, 9,5 millones para 59 Zonas de Reserva Campesina, y hasta 80 Zonas de Ubicación en donde están hoy sus frentes guerrilleros. No son inventos míos. Lo dijo Iván Márquez en 2012: “Para las Farc, el concepto Tierra está indisolublemente ligado al territorio (…) Por eso la lucha por el territorio está en el centro de las luchas que se libran hoy en Colombia”.
 
Ya es inquietante la reforma rural, sin definir el tamaño del Fondo de Tierras ni el número de ZRC -salvedades pendientes-, pero la situación se agrava con la decisión de convertir a los Acuerdos en mandato constitucional, con una guerrilla que no se desmoviliza para ser marginal sino para obligar políticamente al cumplimiento de lo acordado.
 
¿De dónde saldrán cinco o 20 millones de hectáreas? El Gobierno ha confesado su fracaso en la extinción judicial de dominio y en la recuperación de baldíos, y como la donación y la ampliación de la reserva forestal son marginales, solo quedan la extinción administrativa de dominio por incumplimiento de la función social y ecológica, y la expropiación con indemnización por motivos de interés social o utilidad pública, que serán la vía expedita del Gobierno para nutrir el Fondo de Tierras y, a la vez, factor de riesgo para los medianos y grandes ganaderos, que soportan la producción nacional y las expectativas exportadoras.
 
Los ganaderos deben estar unidos y atentos, porque el posconflicto iniciará con un revolcón en la tenencia de la tierra y, como hace 53 años, ahí estará Fedegán. La historia se repite.
 
@jflafaurie