Crisis: una gran oportunidad
Todo indica que los datos de la economía colombiana empiezan a reflejar la crisis que viven países desarrollados en Europa y que por la vía del contagio está llegando a América Latina. Quienes creímos que su impacto iba a ser menor o se demoraría en el tiempo, nos equivocamos. Este hecho tiene su primer efecto en el deterioro de las cifras de la industria, que es una de las fuentes de empleo más importantes del país, y se agudiza porque significa que por tercer mes consecutivo la industria presentó un descenso en su producción. De igual forma no son más optimistas las variables indicativas tales como la venta de vehículos nuevos o las cifras de construcción y aprobación de nuevas licencias, que anticipan que el efecto de desaceleración seguirá en marcha.
En medio de esto la Junta Directiva del Banco de la República mantiene inalteradas las tasas de interés a pesar de la solicitud generalizada de lo contrario y que muchas naciones en el mundo entero han corregido a tiempo sus tasas. Pueda ser que no nos suceda lo mismo que en años anteriores cuando la terquedad del Banco Central alimentó la crisis económica del país.
En medio de esta cuasi-crisis, el Gobierno nacional hace un anuncio que debe ser recibido con palmas, en el sentido de aumentar significativamente la inversión. Respecto de hace un par de años, el presupuesto de inversión se multiplica por dos. Esto que sin duda es una buena noticia, prende las alarmas sobre estrategias que eviten que el “peaje de la corrupción” se multiplique por dos o que dichas inversiones no tengan el impacto esperado en la economía. Es bueno priorizar aquellas inversiones de más alto efecto en el mediano y largo plazos, así sus réditos políticos sean inferiores hoy y que demos respuesta a las deficiencias comprobadas en el informe de competitividad del IMD más reciente.
En este escenario, otra oportunidad es poner en marcha activamente la Ley 1508 de enero de 2012 que define el régimen jurídico de las Asociaciones Público Privadas, como un instrumento efectivo para que el capital privado se vincule a la provisión de bienes públicos y servicios relacionados. Esta ley significa poder atender novedosos proyectos que vengan de la iniciativa privada, implica una mayor agilidad de respuesta y la capacidad de verdaderamente innovar eficientemente en la inversión pública.
De lo que se trata es de meterle mentalidad costo- beneficio a los proyectos, disponer de recursos impensables anteriormente y no volver a los modelos “Nule” en donde unos privados sin experiencia y sin capital, recogen capital público para acumular experiencia, hacer obras que ellos hubiesen sido incapaces de hacer con sus propios recursos, y de paso “embolsillarse” parte de esos recursos.
El momento es oportuno para hacer uso de lo que la nueva ley propone y apostar en una inversión eficiente que evite la desaceleración de la economía, le mejore su competitividad y de paso presione al Banco Central a actuar.