JUAN ÁLVARO CASTELLANOS | El Nuevo Siglo
Miércoles, 23 de Noviembre de 2011

 

Espejo laboral
 
 
Prende  motores el resucitado Ministerio de Trabajo, en un momento clave para todo el conjunto de la economía colombiana, tanto en desarrollo interno, como de cara a agitados mercados internacionales.
El crecimiento económico al cierre de año, esperado en 5 por ciento; inversión extranjera, tratados de libre comercio, reactivación de acuerdos comerciales en el área andina y el acercamiento con otros países suramericanos, son luces que atraen otros negocios con valor agregado en producción y comercio.
Una agenda enriquecida de propósitos, no vistos en los últimos 50 años en Colombia. Esta vez, la economía en traje de gala, lista para recibir invitados nuevos y de vieja data, interesados en intercambio de productos, materias primas, e inversión conjunta con empresarios locales, en proyectos de infraestructura vial y transporte masivo. 
Las propuestas están abiertas, para ingresar a esta fiesta financiera, en una casa no bien dotada, en la que se espera que los invitados sean parte del aporte para ubicarla a tono con las exigencias mundiales. Están listos proyectos de Canadá, Francia, Gran Bretaña, India, China, Japón y Corea.
Es carta de opciones para la estructura del país, vista en cifras, por lo que significa, producción, consumo, inversión y rentabilidad. Y de oportunidades, para el fortalecimiento social y laboral.
Con ese contenido, presentado con indicadores económicos en cubierta de fina pasta, son muchos, quienes se preguntan, ¿cómo entonces, el país está en la penosa clasificación mundial con la más alta desigualdad social? 
La respuesta sencilla, tomada de la sociología callejera, se resume en voracidad de capitales, concentración de poder, desprecio por lo social, sin mirar a los lados y corrupción.
Al preparar el gran salón de la celebración cobran importancia, como anfitriones, Planeación Nacional y los ministerios de Comercio y Trabajo. El decorado debe comenzar con la concertación nacional de Gobierno, empresa privada y trabajadores, sin dejar de escuchar conceptos de la sociedad en general, para que el país se asegure de tener socios extranjeros confiables, y estables.
Así, más allá del salario básico (que no debería llamarse mínimo) la ciudadanía espera, una nueva política laboral, acorde con las circunstancias nacionales, con la bonanza económica y la prestancia de los invitados.
El reflejo, al combinar economía nacional y extranjera, lo deben vivir las zonas deprimidas, donde el empleo es el gran ausente. No es despropósito pensar, que muy cerca de ellas, estén las plantas industriales nuevas o comiencen en su entorno, las obras de infraestructura.
Para comenzar el agasajo, se espera que esté bien ubicado el espejo laboral, para mirar qué tan buena será la fiesta.