JUAN ÁLVARO CASTELLANOS | El Nuevo Siglo
Jueves, 13 de Marzo de 2014

Dejó huella                                        

 

La ciudadanía no ha terminado de hablar y, por el contrario, tiende a subir el tono y el contenido de sus principales exigencias frente al país, al iniciarse la segunda parte del debate electoral. Comenzó a hacerlo en las urnas. Ahí depositó su mensaje: voto en blanco y abstención. La actitud del ciudadano del común dice más que los discursos gubernamentales y partidistas. Está al frente de dos bandos. Uno para reelegirse y otro, para sumar votos y ganar puntos para seguir su carrera cualquiera que sea el resultado de la elección presidencial.  

Hay sectores sociales que consideran a los contendores del señor Santos, débiles, sin capacidad y sin experiencia. Cierto o no, es interpretación dentro del libre derecho que otorga la democracia que tenemos.

El escenario político es cada vez más complejo, con más defectos que virtudes. Conformado el Congreso, organizaciones ciudadanas prenden luces para seguir lo que sucederá. Actuarán con rechazo vehemente, para que no se repitan prácticas ampliamente conocidas alrededor de proyectos de ley. Peor, si se confirma que la para-política, esta vez eligió a sus herederos inclusive con mayoría de votos. Y tejen corrupción, modificando textos de las propuestas de una ponencia. Ese vicio de hace años en Senado y Cámara. En plenarias hacen una cosa y en privado otra. Es la inconformidad que se hace sentir a instancias de distintos círculos sociales, que ya se expresaron en las urnas y lo seguirán haciendo.

La segunda parte del debate electoral tiene el reto de comprometer con acciones efectivas a quienes fueron elegidos. Para la sociedad independiente de partidos o de intereses grupales los resultados deben ser tangibles, con beneficio general desde 2014.

Que el Gobierno en su reelección, si la hay, avance lo que propuso hace 4 años, ejecutando a la vista pública y sin dilaciones. De igual forma, culminar el conflicto armado, emprender proceso de paz y propiciar el posconflicto, con la cabeza y no con las armas. La paz tiene suficiente respaldo.

La exigencia central de la ciudadanía es derrotar el monstruo de la corrupción. Ningún estamento está fuera de las garras del más grande delito en Colombia. En algunos medios privados se esconde detrás del rótulo de negocios. Las obras de infraestructura anunciadas, no pueden quedar como fachada de decretos y concesiones, tampoco el decidir,  sobre las reformas en salud y educación. Ambas son historia de nunca acabar saturadas de intereses.

Gobierno y Congreso, están obligados a responder con inteligencia y sin camorra. La ciudadanía ya se expresó en las urnas y dejó su huella.