JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 12 de Febrero de 2012

Gobierno de calidad

 

De repente es suficiente decir que un gobernante es elegido por la voluntad popular para decir que está preparado en forma para gobernar los cuerpos y almas de algunos cientos, o miles, o millones de colombianos, según el municipio que estará bajo su cargo. Seguramente podríamos decir que esa preparación se perfecciona con el curso relámpago de gobierno que se les ofrece, aunque no puede dejar de afirmarse que alguno termina siempre medio dormido. Pero creo que no, creo que la realidad sea mucho peor de lo que pudiésemos pensar.

Decir que un alcalde no está preparado para gobernar al final es casi siempre una realidad frustrante. Y no sólo por los problemas técnicos que pueden presentarse en la alcaldía de una gran ciudad o los grupos al margen de la ley en poblaciones alejadas. Es porque nosotros no preparamos a nadie para gobernarnos, porque muchos de los alcaldes de los mil y pico de municipios del país apenas saben leer, porque no es un cargo para el que más sabe, sino para el que más tiene.

Escuchar a un alcalde de la zona del Sinú diciendo “o se aconductan o los termino”, como en verdad sucedió, sería una maravillosa anécdota de viaje pero una triste realidad para una población completa. Que quizá pueda ser un gran gobernante sin saber decir palabras es posible, pero, a todas luces, poco probable cuando hay que firmar decretos, reunirse con el concejo y solucionar los problemas de tantas personas.

Ahora bien, también es cierto que mayores niveles de educación tampoco garantizan buenos gobiernos, como lo demostró Moreno en la alcaldía de Bogotá, pero por lo menos es un paso para poder exigir resultados, para hablar de indicadores de gestión, para manejar miles de millones de pesos de los recursos públicos.

Y por si acaso surge la idea de los equipos de gobierno como complemento de un gobernante para sortear aquellas lagunas de conocimiento; debe decirse que es claro que en nuestro país los equipos de gobierno no son por lo general las personas mejor preparadas, sino los más amigos, los cercanos, de forma que tampoco terminan siendo parte de la solución.

Quizá suene exagerado, pero debemos pensar en preparar mejor a nuestros futuros gobernantes o por lo menos exigir mayores niveles de preparación en los candidatos.

Sin embargo, mientras los billetes y las armas sigan dominando nuestra política estamos muy lejos de superar nuestros problemas, así que por ahora sólo podemos esperar que se “aconducten”. Vaya esperanza.

juanego18@gmail.com