JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 22 de Julio de 2012

Pájaros y escopetas

 

El panorama en el Cauca es quizá uno de los más complejos espejos de lo que significa la falta de claridad de lo que somos como colombianos.

Por alguna extraña razón terminamos causando que la opinión pública escogiera entre las Fuerzas Armadas y los indígenas, como si viviésemos entre extraños, como si viviésemos para juzgar a los otros, como si la razón fuera siempre un instrumento de agresión contra aquellos que piensan diferente. Y eso es lo que es ahora nuestro país, un manojo de nervios, de miedos, de falsos enemigos.

El país tiene una deuda innegable con los indígenas, el país tiene una deuda innegable con nuestros soldados. Los indígenas mantienen esa porción de lo que fuimos, al menos el apego por una tierra que dejó de importarnos, de unas tradiciones en las que la violencia no fue el único camino, de un principio de vida en el que el poder era en beneficio de la comunidad. Los indígenas aún creen en la bondad, a pesar de nosotros mismos. Los soldados de nuestro país nos recuerdan el sacrificio, la magia de la mística, el compañerismo. Diariamente están ahí para hacer que no nos demos cuenta de que los necesitamos, como si fuesen guardianes de los sueños de todos los colombianos.

Pero ahora terminaron enfrentándose, y quizá por los medios o por los radicalismo o por simple ignorancia, terminamos tomando partido por alguno de ellos. Y emitimos juicios y condenamos. Como si las razones importantes fueran las nuestras, como si conociésemos lo suficiente de ellos para emitir sentencias.

La realidad en el Cauca es la realidad del país que preferimos no ver y que comprende más de la mitad del territorio nacional. Es ese país que existe cuando sale en las noticias, por balas o muertos. Ese país del que nos acordamos en inundaciones o sequías, pero que olvidamos con el cambio de canal o de emisora.

Como el Chocó, como nuestra Orinoquia, como nuestra Amazonia. Un país fantasma en el que la fuerza pública está sola, sin justicia, sin dolientes.

Mientras no nos pongamos del mismo lado no habrá futuro diferente para este país. Seguiremos en conflictos inútiles entre nosotros mismos, como si eso fuese más sencillo que mirarnos al espejo, aceptar nuestros errores y comprender que en el fondo, todos queremos lo mismo. Mientras tanto pájaros y escopetas seguirán confundiéndose. Y nosotros con ellos.

@juandbecerra