JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Sábado, 1 de Junio de 2013

Cárceles y justicia

El sistema penitenciario de nuestro país está podrido. Lo carcome la falta de infraestructura, la corrupción galopante y sin lugar a dudas una carencia de gestión que se mantiene a pesar de los anuncios de todos los gobiernos desde que tengo conciencia. Pero quizá el mayor problema que sufre es la falta de credibilidad de la población. Nadie cree que los reclusos se resocialicen, nadie entiende los beneficios de los expadres de la patria que robaron millones de pesos, nadie sufre pensando en el nivel de hacinamiento si no conoce a alguien encerrado en alguno de nuestros centros penitenciarios.

Las razones son muchas, pero es evidente que la falta de acción del sistema judicial termina por llevar a minimizar los problemas en las cárceles. Si la impunidad reina en nuestro país, consideramos que los que entran a las cárceles merecen su suerte de vivir como animales; si los políticos condenados o vinculados con delitos viven mejor que la mayor parte de la población del país, nadie mueve un dedo por defender el sistema. Eso sin contar los escándalos con los penales militares, que bien pudiesen entenderse como unas vacaciones por cuenta de nuestros impuestos.

Y aunque las fotos de los niveles de hacinamiento parezcan más de centros de concentración que penales en sociedades democráticas, es claro que exceptuando a los familiares de los reclusos y una que otra ONG, nadie va a salir a protestar por el miserable estado en el que viven miles de presos. La verdad, en nuestro país podría decirse que estar en una cárcel termina siendo una extraña forma de muerte en vida.

Lo que casi nunca se menciona es que la proporción de imputados, no condenados por delitos, muestra la increíble falta de acción de nuestros jueces. Y no sólo por sus limitados recursos, sino también por el negocio que viene creándose detrás de los procesos penales. En ningún caso puede hablarse de una crisis carcelaria sin tener detrás una crisis judicial, sea cual sea la razón de la misma.

Es importante dejar de ver la punta del iceberg  que se representa en el estado de las cárceles. El problema real radica en la ineptitud de la justicia, en la lentitud del sistema. No podemos seguir caminando en círculos pensando que construyendo más centros de reclusión se va a solucionar el problema. Ese es apenas uno de los caminos que debe empezar a recorrerse y a mi juicio, apenas pañitos de agua tibia para la situación actual.

@juandbecerra