Juan Felipe Reyes | El Nuevo Siglo
Miércoles, 29 de Abril de 2015

ESTRIBOR

Poder absoluto

Yo sé que no vale la pena gastarle tinta a un nefasto gobernante como lo es quien actualmente gobierna Bogotá. Sin embargo, somos varios los bogotanos y columnistas de opinión que lo hacemos a sabiendas de que, en honor a la verdad, terminaremos siendo simples palabras al viento ignoradas y discriminadas por él y sus conmilitones. Terminarán siendo silenciadas como las opiniones en medios masivos de comunicación, como Twitter, y las cuales, él como todo un demócrata, se da el gusto de bloquear para que no le lleguen nunca, como me pasó en mi caso particular. Como bogotano, lo que resulta inadmisible es que en nombre de la democracia, que se supone es una forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos, o sea nosotros, y legitimado con tan solo 721.308 votos termine un señor originario de Ciénaga de Oro, Córdoba, “gobernando” caprichosa y totalitariamente en contra de los intereses de nosotros quienes ejercemos el poder político y que sumamos casi 8 millones de habitantes. ¡Nadie se cuestiona este hecho! Y la historia ha demostrado que a veces se cuestionan ya tarde como lo evidencia la nefasta historia del famoso cabo de la I Guerra Mundial. El gobierno de Aureliano tiene claros tintes absolutistas. ¿Acaso qué derecho divino legitima su poder absoluto? Es como si su poder emanara directamente de Dios… Partamos del hecho claro de que el mandato popular es para que gerencie la ciudad con nuestro dinero. Entonces ¿por qué razón tenemos que financiar nuestra propia desgracia? Más cobros por valorización por obras inconclusas con sobrecostos resultado de la chambonería que caracteriza este supuesto gobierno. Pagando los impuestos distritales más caros del mundo sin una contraprestación clara con nosotros, el poder político. Es inaceptable que los ingresos de Bogotá sean hasta tres veces superiores a los de los gobiernos de Peñalosa y Mockus y no alcancen para nada. Cómo es posible que tengamos que soportar una “Venezuela” aquí ya que cada decreto que se ordena expedir obedece solamente a caprichos y experimentos y no a la voluntad del poder político y estudios serios. Se podría decir que su gobierno es opresivo con los que usted y su equipo consideran que no son de sus afectos ni de sus misma línea de pensamiento. Con los que ustedes discriminan sin reconocerlo. Y todo pasa en el nombre de la democracia. Estimado lector: ¡se llegó la hora de reaccionar! @ReyesJuanfelipe