JUAN FELIPE REYES | El Nuevo Siglo
Jueves, 22 de Noviembre de 2012

¿Y el espacio aéreo también?

 

Colombia en virtud del fallo proferido por la Corte Internacional de Justicia ya no cuenta con  aproximadamente el 40% de mar territorial que circunda el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina.

Desde la perspectiva del orden legal internacional, Colombia debe acatar el fallo y al hacerlo afrontar sus efectos.

Toda la atención está centrada en el mar territorial  (con justa razón).  El mar es  el banco alimentario de los habitantes del archipiélago, por ende parte del sustento económico.

Existe otro efecto del que no se ha hablado y  que hay que afrontar: la pérdida de la misma proporción del espacio aéreo que se levanta sobre dicho  mar territorial.

Sobre éste Colombia también ejerce soberanía. No solo con presencia de aviación militar o de Estado sino protegiendo a la aviación civil que navegue por allí. En la  aviación civil  me detendré: Colombia, de conformidad con lo establecido en el artículo 28 de la Convención de Chicago, debe (en la medida de lo posible) proveer de servicios y ayudas a la navegación aérea (servicios de radio, meteorológicos y otros que garantizan la seguridad) a todas las aeronaves civiles que sobrevuelen su espacio aéreo.

Por  proporcionar dichas ayudas a la navegación aérea, Colombia  cobra unos cargos a las aerolíneas que lo crucen. Éstos son facturados rigurosamente por  la Aerocivil.

El dinero generado por dichos cargos no es nada despreciable. Es de anotar que, por ejemplo, Cuba percibe ingresos importantes por concepto de ayudas a la navegación aérea prestadas a todos los vuelos de aerolíneas  norteamericanas que vuelan hacia y desde Suramérica por sobrevolar el espacio aéreo cubano. 

Para el caso concreto del mar territorial objeto del fallo, Colombia aparte de perder soberanía sobre dicho espacio aéreo, ya no tendría obligación de proveer estos servicios y por lo tanto no facturará a ninguna de las aerolíneas que utilizarán el correspondiente espacio aéreo perdido.

El archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina está sujeto a una política aerocomercial de cielos abiertos para incentivar el turismo hacía la isla.

Muchas aerolíneas del Caribe y de otras partes del hemisferio que vuelan  diariamente a la isla (sin hablar de las que vuelan desde Centroamérica a Colombia continental) ahora serán ayudadas a volar de forma segura por Nicaragua, que percibirá estos ingresos.

juanfelipereyes@hotmail.com