En nuestro tiempo Julio, contrariando su origen en la Roma de los Cesares, se ha convertido en el mes de la democracia. El 4 se celebra “la época más memorable de la historia de América”, como escribiera John Adams. Ese día de 1776 las trece colonias, representadas en el Segundo Congreso Continental, aprobaron la resolución de independencia. Nació entonces el país más poderoso de la tierra: Los Estados Unidos de América, cuna de la primera de las democracias del Nuevo Continente. La consigna: Ningún impuesto sin representación fue la chispa que condujo a la independencia. Ciertamente, cuando nos referimos a la democracia de los Estados Unidos, es obligante destacar el culto popular a la Constitución de Filadelfia. Es un pueblo que ha asumido el valor de su libertad como la razón misma de sus diarias luchas por el progreso humano en democracia.
El lema Libertad, Igualdad, Fraternidad, que inicia la Revolución Francesa con la Toma de la Bastilla, el 14 de julio de 1789, refleja aún el idealismo del hombre de todos los tiempos.
La búsqueda incesante de la armonía del ser humano con sus congéneres y con su entorno lo lleva a construir símbolos perennes de su mensaje, como la Estatua de la Libertad o la Torre Eiffel. Desde ésta se conmemora la gloria de Francia con todo el esplendor musical y la belleza escénica del Concierto de Paris. La Torre Eiffel tiene poder hipnótico. Fue imposible desviar la mirada en las casi tres horas del Concierto 2023: Cuando creíamos que concluiría con el inmenso ¡Aleluya! ¡Aleluya! del Mesías de Handel o con el Himno a la Alegría, de Beethoven, regresaron a la escena cada uno de los participantes y tras la batuta del director de la Orquesta Nacional de Francia, C. Macelaru, acompañados por el Coro de Radio Francia, entonan con el alma el más conocido himno universal: La Marsellesa… El corazón no cabe en el pecho y los ojos se van hacia la Torre que cambia de colores a los acordes de las notas y se enciende toda con los más fulgurantes juegos artificiales que iluminan a Paris, la ciudad del arte libre, la Ciudad Luz.
El 20 de julio de 1810, con el Grito de Independencia, empieza la lucha por la libertad de nuestra América. Bolívar se compromete en el Aventino de Roma a romper las cadenas del yugo español. Y con su espada libera a cinco naciones. Son momentos de la gloria y sufrimientos que aun aparecen en el trajinar diario de nuestra nación. Por eso se conmemora con solemnidad esa fecha histórica: Mientras en la colombiana y orgullosa San Andrés ya han desfilado los herederos de los batallones victoriosos de Boyacá, se instala el Congreso de la Republica, integrado por senadores y representantes elegidos por el pueblo; asisten los presidentes de las Cortes de Justicia, cuya espada “aunque desnuda permanece Casta”, como dijera el poeta, y lo instala el Jefe de Estado, elegido también por el pueblo. Símbolo de la unidad de la nación ¡Es el momento en que se expresa la majestad de la democracia colombiana!
Están todos los poderes reunidos en la sala de las leyes, como quisiera Santander, rindiéndole tributo a los héroes de ayer y de hoy, quienes con sudor, sangre e ideas han construido nuestro sistema republicano de gobierno. Es el ejercicio noble y sin par de la democracia representativa. Es que la democracia es libertad y orden social. Impulsa la iniciativa humana y la armonía entre las clases sociales.
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El 20 de julio flameó la bandera colombiana en lo más alto del famoso Empire State Building, otrora símbolo del avance de la modernidad. Se daban un abrazo de amistad las dos democracias históricas del Nuevo Mundo y enviaban un mensaje de fraternidad y paz al viejo continente.