Históricamente el símbolo de la paz se ha definido con el color blanco, al menos así se consagró en la antigüedad. Es la representación que la paloma blanca hace desde el fin del diluvio y ese emblema se ha transformado en diversas ocasiones, pero de todas maneras es su color el que traduce la voluntad de cancelar la lucha y estimular la fraternidad social para brindar a todos, universalmente, un mundo amable y amistoso, que acepta las diferencias y el pluralismo, garantizando el respeto por la dignidad del ser humano y la convivencia, en todos sus modales diversos de la comunidad. Al repasar episodios de los conflictos del mundo hay uno que evoca esa expresión. El 29 de abril de 1945 las gentes de Múnich invitaron a las poblaciones victimas a que en las ventanas de sus casas enarbolaron sábanas blancas y con ese lenguaje rendir a las tropas americanas que invadían su territorio, y así ocurrió.
El color blanco ha representado un bandera que anuncia la voluntad de resolver el conflicto armado mediante el diálogo y la razón, antes que el empleo de la fuerza y la violencia como argumento de rendición; en síntesis, se podría decir que es una tonalidad que describe la pureza. Tal vez sea ese el motivo por el cual el vestido del matrimonio ha sido elaborado con material blanco, una expresión del inconsciente colectivo que representa la intención y el acuerdo decente. En la psicología de los colores el blanco tiene el significado de la solidaridad, el afecto de la paz, pues se entiende que el blanco es la muestra de la pureza, lo impoluto, lo limpio.
La evocación de este emblema viene a cuento ahora, a raíz del resultado del debate en la lucha por el poder. Terminaron punteando en la competencia dos sujetos que han estimulado sentimientos de odio y retos de guerra.
Consultando a Tiresias, los pronósticos futuros no pueden ser otros que la continuidad de la maldición histórica que ha condenado a este pueblo a vivir su amarga existencia patriótica en un combate de todos contra todos. A otro fracaso de la paz a consecuencia del egocentrismo de los dirigentes de la comunidad. Colombia ha vivido un conflicto interminable, desde la Patria Boba y con este resultado electoral se corre el riesgo de que la obra de Juan Manuel se derrumbe.
Hay que seguir hablando de paz aún en medio de la guerra, hay que apelar al blanco de la luz para iluminar la oscuridad del odio y la venganza y esto se conseguirá siempre y cuando que en la segunda ronda, todos, sin excepción, los que deseamos la paz votemos en blanco para que se releven esos temerosos aspirantes al poder y con fundamento en esa censura pacifica se postulen otros candidatos que prometan la concordia, la armonía, la verdadera justicia.