Desde Kalamazoo, Michigan, a las 8:31 del lunes 14 de diciembre, salió el camión de la Fedex con las primeras vacunas contra el Covid-19, rumbo a los hospitales y clínicas norteamericanas en la llamada operación “Más Rápido que la Luz”. Sería Sandra Lindsay, enfermera del Long Island Jewish Medical Center, la encargada para recibir la salvadora dosis. Fue la primera en el Nuevo Continente y la recibió en el instante mismo en el cual se reportaron 300.000 muertes entre los 16 millones de estadounidenses contagiados. Estas cifras reflejan, en su adversidad, la cantidad de esperanza que despierta en el mundo la noticia de que el Homo Deus ha sido, al fin, capaz de encontrar la cura a una pandemia que ha producido 1.700.000 muertes y más de 73 millones de contagiados en todos los continentes.
También trascendió que el gobierno Trump estaba negociando 100 millones de dosis adicionales. No cabe duda que en esa petición coincidirá el gobierno Biden. El imperialismo altanero mostrando su peor faceta.
Cuando se esperaba que las investigaciones y los logros sobre la pandemia darían lugar al gran momento del multilateralismo, las instituciones del sistema de las Naciones Unidas han sido patéticamente inútiles. La OMS debió propiciar un acuerdo global sobre la distribución de las vacunas. Pero no, se ha dedicado a ser portavoz de las malas noticias sobre el Covid-19. Y, al Secretario General de la ONU, sin sentido de las oportunidades, se le ocurrió pedir ahora la emergencia climática. Parece no estar advertido que el planeta tierra está sufriendo una letal emergencia sanitaria. Con razón, Harari afirmaba que “Los humanos siempre han sido más duchos en inventar herramientas que en usarlas sabiamente”.
De todas maneras, muy pronto serán aprobadas muchas otras vacunas entre las que ya están en fase 3 como: Moderna, Inovio Pharmaceuticals, auspiciada por Bill y Melinda Gates, Cansino biologics y la del Instituto Productos Biológicos, de China, Oxford Astra Zeneca, Johnson y Johnson y, además, la rusa Sputnik V. Aún hay tiempo para que los países de América Latina, como un todo, se organicen y exijan las dosis necesarias y prontas para atender sus poblaciones. La Unión Europea ha dado ejemplo de solidaridad al punto que la aprobación de las vacunas debe darse por todos los 27 países miembros. Y existe la posibilidad de que donen vacunas a los países más vulnerables de América Latina y África.
Entre nosotros, el gobierno Duque, con el ministro de Salud Fernando Ruíz a la cabeza, ha estado especialmente dedicado a enfrentar la pandemia y ha manejado con acierto el desafío sanitario, económico y político que ha implicado el Covid-19. Pero, va a ser necesario jugársela por más, tanto en la cantidad, rápida llegada y distribución de las vacunas como en la organización de la vacunación que requiere de alta logística. En este último campo la experiencia colombiana es considerable. Así mismo, toca jugársela por más en la lucha contra el desempleo. Hay que irrigar más plata y endeudarse más. Lo debe hacer el Estado en todos los niveles: nacional, departamental y municipal. El Presidente de la República ha mostrado una admirable capacidad de entrega. No es hora de detenerse. Hay que acelerar la lentitud de la esperanza.
P.S. Muy afortunadas las declaraciones de Doña Juliana Márquez a Ma. Isabel Rueda, en El Tiempo (14-12-2020): Inteligente, discreta, mamá.