Si hay algún hecho en el concierto internacional que no de lugar a la menor duda, es que las pasadas elecciones presidenciales de Venezuela fueron ganadas por el movimiento opositor de Corina Machado, en cabeza de Edmundo González, que fue la persona a quién tuvieron que acudir, por la inhabilitación que el régimen temeroso le decretó a la líder de la oposición, cuando se hizo evidente en las elecciones primarias que arrasaba sobradamente a Maduro en las urnas.
Creyó el dictador que, inhabilitando a Corina, aseguraba su triunfo y le salió al revés, la victoria de la oposición a la cabeza de González y a la sombra de Machado fue arrolladora. El derrotado Maduro se declaró ganador y utilizó las instituciones controladas por el mismo, para proclamar su inexistente triunfo, primero la autoridad electoral dio declaraciones sin sustento alguno en actas y escrutinios, y luego, el Tribunal Supremo de Venezuela, la cortesana mayor del régimen, ratifico el espurio resultado.
La comunidad internacional no se tragó el cuento inventado por el régimen venezolano; Maduro no lo pudo comprobar con actas, pues las que se publicitaron, daban como ganador a González por amplísimo porcentaje; la Fundación Carter, veedores escogidos por el mismo Maduro, dieron por ganador a González y le anunciaron al mundo el fraude del reeleccionista. La mayoría de los países reconocieron el triunfo de González. Hasta países como México y Brasil, “progresistas” como se dice ahora, se negaron a reconocer el triunfo de Maduro.
Entre todas estas, el Gobierno colombiano, que también se hace llamar de línea “progresista” -como la de Maduro- optó por una línea tibia, diciendo que no lo reconocía hasta tanto no le enseñaran las actas electorales que lo acrediten como ganador; pero tampoco reconocía el triunfo del opositor González, lo deja en el limbo. De esta manera encontró la manera de no tener que comprometerse admitiendo lo inadmisible que es el triunfo de Maduro y sin tener que aceptar el de González.
Hace poco escuchamos al canciller colombiano, en una de sus más ingenuas reflexiones diciendo que así como no había actas para demostrar el triunfo de Maduro, tampoco las había para demostrar el de González. ¡Que balbuceada tan pintoresca!; lo primero, si hay actas, están en internet a la vista de todos, correspondientes a más del 80 por ciento de las mesas y dan por ganador a González, y las originales, las tiene Maduro y no las va a entregar, pues sería reconocer su derrota. Mejor Señor Canciller, es callar que ofender la razón.
Ahora, aparece otra tibia línea de la Cancillería señalando que asistirá una comisión diplomática a la posesión de Maduro el 10 de enero de 2025, encabezada por el Embajador ante el gobierno de Venezuela. Mientras tanto, Petro reta al pueblo diciendo que él decidirá si va o no va a la posesión de su vecino “progresista”. ¡Que haga lo que quiera!, ya todos sabemos que, de demócrata, es más bien poco lo que tiene el gobernante colombiano.