EL Instituto de Investigación Migal de Israel anuncia una vacuna contra el coronavirus que estaría disponible en noventa días. Los expertos cuentan ya con la desarrollada contra la gripe aviar que se utiliza exitosamente. El doctor Chen Katz dice: “Ya teníamos mucho terreno ganado al difundirse informaciones sobre la mutación del nuevo coronavirus, de gran similitud genética con la variante humana, secuenciamos su ADN, constatamos igual mecanismo de infección, ajustamos el sistema, intensificamos el proceso, en breve tendremos la vacuna oral en nuestras manos, actualmente estamos en intensas conversaciones con socios potenciales para que ayuden a acelerar los ensayos en humanos, terminar la etapa final y emprender la producción masiva.”
Gracias a las vacunas ha sido posible acabar pandemias como la viruela que ocasionó la muerte de 300 millones de personas, erradicada por completo desde 1980; el sarampión, la gripe española, la aviar, la de Hong Kong. Cuando las bolsas del mundo se derrumban por el coronavirus y la disminución de los precios del petróleo, la noticia sobre la vacuna es rayo de esperanza.
Desde luego no puede bajarse la guardia y las determinaciones adoptadas por gobiernos en muchos países del mundo para controlar la propagación de la pandemia resultan indispensables, cruzamos los dedos por la solución médica del problema. El coronavirus está detectado, sus síntomas se parecen a los de la gripe, afecta menos a niños y jóvenes, más a las personas de la tercera edad, pone en peligro sus vidas porque se asocia a otras enfermedades graves como la neumonía, conducentes las precauciones para impedir su expansión, las de higiene personal, las referentes al aislamiento de infectados, la suspensión de reuniones multitudinarias, chequear la situación de viajeros, prestar atención médica oportuna, omitir contactos riesgosos, pero el gran golpe contra el fatídico virus es poseer la vacuna, extenderla y aplicarla, garantizar que ello impida la infección.
Frente a la difusión por las redes sociales, inexistentes en pasadas pandemias, de versiones encontradas, corresponde adoptar actitud positiva. ¿Para qué crear virus artificiales y agrandar la pandemia? El doctor Edward Jenner, inglés, padre de la vacuna, revolucionó al mundo con su experimento en 1796, descubrió que las personas en contacto con las vacas y equinos parecían inmunes al virus, tomó líquido de las pústulas de una mujer, se lo inyectó a un niño, el método elegido escandalizó, después se inoculó el mismo, el niño y el adquirieron inmunidad, ese el origen de la vacuna contra la viruela.
Si los científicos del Instituto Migal aciertan, la humanidad les deberá tanto como a su ilustre predecesor y al doctor Salk que nos libró del terrible azote de la poliomielitis.