Cada vez se borra más la frontera entre la verdad y la mentira. Cada día se miente con más descaro, al punto que se podría pensar que la verdad ha muerto.
A diario oímos mentir con más descaro, a pesar de que hoy es fácil comprobar, en las redes sociales y los medios, qué es falso o cierto. Aun así, a una afirmación mentirosa a todas luces, muchos escogen creerla. ¿Cómo puede ser esto posible? ¿Acaso se ha perdido la capacidad de discernir entre la mentira y la verdad?
Por ejemplo; en la televisión recientemente le oímos al “usurpador” Nicolás Maduro asegurar, sin pestañear, que en su país no faltan medicinas y que las clínicas están perfectamente equipadas con todo lo necesario para atender a sus pacientes, hasta el punto de que las mujeres colombianas que viven en la frontera están pasando a Venezuela a dar a luz a sus hijos.
¿Cómo puede alguien mentir tan descaradamente? Cuando es bien sabido que ocurre todo lo contrario. El mundo ha visto los cientos de reportes de las clínicas y hospitales, en todo el territorio venezolano, en el estado más apremiante de necesidad en todo sentido. Maduro miente sistemáticamente. Aun cuando existen récords veraces de cuántos venezolanos, entre ellos mujeres embarazadas, han pasado a buscar ayuda médica en Colombia, precisamente por la atroz crisis de las clínicas venezolanas. Esto es confirmado por filmaciones, fotografías y testimonios de miles de personas. Pero el dictador miente y miente, lleva mintiendo años, sobre esto y aquello y, absurdamente, todavía algunos le creen.
Igual niega los escasez de alimentos, aunque se vean, en pueblos y ciudades, muchísimas gentes buscando en las basuras desperdicios para poder alimentarse, aun cuando no haya prácticamente nada en los supermercados.
Cuando el periodista Jorge Ramos, de Univisión, recientemente filmó en Caracas a muchachos hambrientos, desesperadamente escarbando las basuras y mostró dicha filmación a Maduro durante una entrevista, el enfurecido entrevistado la suspendió abruptamente, confiscó el material filmado y los equipos de filmación y mandó a detener al periodista.
Durante los irracionales esfuerzos de Maduro para impedir que la ayuda humanitaria, enviada por Estados Unidos y otros países para socorrer a los más humildes y necesitados venezolanos, llegara a sus destinatarios, el dictador sin la menor vergüenza declaró que esas cajas con medicinas y alimentación estaban llenas de productos ¡expirados o podridos!
No solo fue doloroso ver el incendio de los camiones cargados de ayuda, sino ver que la mentira del dictador era repetida en Twitter, como si fuera una verdad probada. Esto por mencionar solo algunas de las muchísimas falsedades de Maduro.
La mentira se ha convertido en pan de cada día y muchos están dispuestos a aceptarla como verdad. En el momento la mentira más extravagante que circula en las redes sociales, y que cada día tiene más creyentes, es que la tierra es ¡plana! y que los científicos, los gobiernos y quien sabe quién más, lo han mantenido en secreto.
¡Increíble! ¿Quién puede creer algo así? Si la gente cree semejante estupidez, por qué nos sorprendemos si le creen a un mitómano como Maduro, o a otro de los muchos sátrapas que andan vociferando toda clase de falsedades.
La pregunta es, ¿la verdad ha muerto? Yo diría qué si no ha muerto, por lo menos está agonizando.