Muchos hablan de sus aparentes fortalezas y repiten como un mantra las palabras de moda resiliencia, nueva normalidad, reinventarse, empatía y otras aparentemente muy positivas. El colombiano se acostumbra a todo muy fácil. Y esto ha hecho mucho más fácil el trabajo del Gobierno, tanto nacional como local, de imponer sin recibir muchos cuestionamientos.
Algo de pusilanimidad existe definitivamente entre nosotros. Un trabajo que consiste en acostumbrar a la gente a una nueva normalidad como dicen. Yo por lo menos llevo muchos años inventándome en un sector muy pequeño y difícil de pertenecer y muy afectado en este momento.
Es muy fácil decirlo pero no tanto materializarlo. Ser otro yo de una mañana para otra. Otra persona reinventada. Una nueva versión que usando todas esas palabras venció todas las adversidades y es un ganador de esta supuesta batalla. Algunos lo aparentan pero ¿cuántos en realidad por dentro lo sienten? En el fondo extrañarán lo mismo que yo extraño y es la única normalidad que conozco. La vida pasada.
No puedo vivir con miedo hacia el otro. No puedo vivir tapado. No tengo las habilidades de otros para, o por lo menos eso dicen, capacidad de adaptabilidad a cualquier situación. ¿Acaso somos máquinas que se programan? No, yo vivo un poco más de sensibilidad por todo. Tal vez por eso lo primero que hice fue música con el piano. Vivo más de cosas reales que virtuales. Me gusta oler los libros. Oler el periódico. Ver las cosas físicamente. Me gusta escribir a mano. De hecho esta columna siempre la escribo a mano y luego la transcribo en computador. Muy fácil repetirle al pueblo las mismas palabras todos los días. Tal cual lo plantea la teoría de la manada. Y terminan repitiendo palabras que en muchos casos antes eran totalmente desconocidas. Pero les da ánimo. Nadie ayuda a nadie.
Que se reinvente el vendedor callejero de aguacates. El de empanadas. El mariachi. ¡Muy fácil! Tristemente lo que nos vendieron y la manada compró fue el miedo. Un encierro tempranero que cumple tres meses, sin previo aviso, que le causó a muchos pequeños y grandes empresarios billones de pesos en pérdidas. Con un cuento muy parecido al del pastorcito mentiroso. Extensión tras extensión. Tranquilos sólo son 19 días. Luego otros 15. Luego otro mes. La realidad es que eso hizo que todo carezca de credibilidad en Colombia. Para el Estado es muy fácil ordenar el encierro y la quiebra de todos.
Finalmente los privilegios siguen para ellos sin ninguna modificación. Empezando por sus sueldos. ¿Cuánto habría durado la cuarentena si a los funcionarios públicos les hubieran dicho que durante ese tiempo no recibirían sueldo? Fácil. No hubiera habido cuarentena. La berraquera y el berraco no es el que fue capaz de encerrarse y hacer caso. Berraco es el que se levante de esta catástrofe económica que ya se ve en las calles bajo el letrero de se arrienda.
@ReyesJuanfelipe