Las pescas milagrosas | El Nuevo Siglo
Martes, 4 de Junio de 2024

 

La memoria de los colombianos guarda recuerdos amargos evocando tiempos en que las carreteras del país se convirtieron en escenarios de terror por cuenta de las "pescas milagrosas", estas prácticas que, ejecutadas con violencia y premeditación por grupos armados ilegales, consistían en montar retenes para secuestrar a quienes transitaban por estas vías.

Con alevosía, estos antisociales detenían vehículos, despojaban de sus pertenencias a conductores y pasajeros, conduciendo al monte a aquellos que consideraban valiosos, sometiéndolos luego a crueles extorsiones. Fue una época de desasosiego y desprotección para la ciudadanía, que se sentía a merced de la violencia y el crimen.

Hoy, a la luz de las recientes declaraciones y actitudes de ciertas organizaciones armadas, no podemos evitar el temor que estas prácticas inhumanas pretendan resurgir. La facilidad de ejecutar secuestros en las carreteras y la capacidad de estas pandillas para trasladar a las víctimas por zonas agrestes, donde establecen campamentos temporales para negociar su liberación, representan una amenaza que no podemos subestimar. En sectores rurales la operación de estos grupos se facilita gracias a la sorpresa y agilidad del desplazamiento hacia el monte, por trochas y pantanos evadiendo la autoridad.

Sin embargo, es imperativo recordar que no somos los mismos de aquellos días aciagos, la fuerza pública de hoy cuenta con una vasta experiencia adquirida a lo largo de años de enfrentamiento con estos delincuentes; además, disponemos de tecnología avanzada que nos permite detectar y responder de manera más efectiva a estas amenazas. La implementación de alarmas, la ubicación estratégica del personal de reacción, las redes de comunicación con usuarios de las vías, el apoyo aéreo con drones y la recolección de información a través de inteligencia, son herramientas que fortalecen nuestra capacidad de respuesta.

La alerta es válida y la preocupación genuina. No podemos permitir que el miedo paralice nuestra acción; las autoridades, a todo nivel, deben mantenerse vigilantes y proactivas, evaluando constantemente la situación y ajustando las estrategias según sea necesario. El ciudadano, por su parte, también juega un rol crucial en esta lucha, la colaboración entre la población y autoridades es fundamental para prevenir y combatir eficazmente cualquier intento del resurgimiento de prácticas delictivas. Es vital que todos los transeúntes de las carreteras estemos alerta, fomentando la denuncia y promoviendo una cultura de apoyo mutuo y solidario.

En conclusión, aunque los tiempos han cambiado, la amenaza persiste y debemos estar preparados. La seguridad ciudadana es un compromiso de todos y  con recursos adecuados podemos garantizar que los días oscuros de las "pescas milagrosas" no regresen. La experiencia y tecnología están de nuestro lado y es deber de la fuerza pública utilizar cada herramienta puesta a su servicio para proteger la tranquilidad, honra y vida de los colombianos.