La semana pasada fue publicado por la Heritage Foundation de Estados Unidos el índice anual de libertad económica para el 2022. En él se miden 12 indicadores, divididos en cuatro categorías: estado de derecho, tamaño de Estado, eficiencia regulatoria y libertad de mercado, en 184 países del mundo. Los países son divididos en cinco categorías: libres, mayoritariamente libres, moderadamente libres, mayoritariamente no libres, y represados. Quienes están en las primeras categorías también son quienes mejor calidad de vida tienen, mayor crecimiento económico, mejor democracia, menos pobreza y más cuidan el medio ambiente.
Colombia sacó este año un puntaje de 65.1 sobre 100, y es considerado como un país moderadamente libre, esto ha sido casi constante desde 1995 cuando se inició a medir este índice; sin embargo, tuvimos una leve mejora en los años 2014, 2015 y 2016 cuando pasamos a la categoría de mayoritariamente libre. Es decir, somos un país mediocre en materia de libertad económica.
Debo recordar que el presidente Iván Duque se eligió con un programa de gobierno que buscaba aumentar la libertad de empresa y la facilidad para hacer negocios, llenó el país con vallas que decían “menos impuestos, más salarios”. Al parecer, esto se trataba solo de promesas vacías de campaña, a Colombia no le ha ido bien esta materia durante este gobierno. Cuando se posesionó Duque el puntaje en este índice era de 68.9, este año cayó a 65. Entre 2021 y 2022 pasamos del puesto 49 al puesto 60 en el mundo, y del 6 al 12 en la región. Tener menos libertad económica significa tener menores empresas, menos generación de riqueza, menos oportunidades y menores posibilidades para sacar personas de la pobreza y construir una mejor sociedad.
A Colombia le va muy mal en materia de Estado de Derecho, el menor puntaje lo tenemos en el indicador de integridad del gobierno, seguido por el que mide los derechos de propiedad. Nos va mal en materia de tamaño del Estado, con un puntaje muy bajo en salud fiscal y seguido por gasto público. Nos va regular en materia de eficiencia regulatoria, con un mal puntaje en libertad laboral y libertad para hacer negocios. Por último, nos va bien mercados abiertos, con buenos puntajes en libertad para invertir. En cada uno de estos puntos hay problemas estructurales que el actual gobierno no ha querido solucionar.
El panorama futuro no es nada prometedor, el debate político presidencial está dividido en dos grupos. Por un lado, están quienes pretenden destruir la libertad económica en Colombia y se sueñan con que nuestro país pase rápidamente a la categoría de represados en donde están todos los del club del socialismo del siglo XXI. Por otro lado, están los que quieren mantener el estado actual de cosas, evaden las reformas estructurales y seguramente llevarían a Colombia a seguir disminuyendo en este índice, pero de manera incremental.
Aumentar el tamaño del Estado y el gasto público social, ponerle el apellido “gratis” a todos los anuncios que traen votos, hablar de controles de precios, aumentar aranceles, y subir impuestos, son propuestas comunes en todos los candidatos de todos los espectros. Al ser implementada cada una de estas propuestas lo único que traerá es menos libertad económica y en consecuencia menos riqueza y mucha más pobreza. La libre empresa no se defiende con discursos, requiere acciones y son urgentes.