Nuestros valores culturales
“No se obtiene sólo por la posesión de recursos naturales”
EL subdesarrollo económico, es decir, el tener un país un nivel promedio de ingresos suficientemente elevado que permita a sus habitantes suplir sus necesidades básicas (alimentación, vivienda, salud, educación) y amenidades cada vez mejores, no se obtiene sólo por la posesión de recursos naturales abundantes o una mano de obra barata. Para atraer los capitales necesarios y hacer que éstos generen empresas competitivas en nivel internacional se requiere una serie de presupuestos básicos, en otras palabras, una base cultural mínima. Cultura puede tener muchas connotaciones (hay más de 150 definiciones) pero para nuestros fines podemos decir que es el conjunto de actitudes, valores, objetivos y prácticas que mueven a un determinado grupo social.
La existencia de características culturales positivas ha permitido que países con riquezas naturales restringidas hayan logrado un elevado grado de progreso, por ejemplo, Finlandia o Israel (país este al que basta comparar con los que lo rodean). Si estos rasgos son contrarios al desarrollo, el lastre que suponen impedirá el progreso. Las riquezas naturales no se explotarán o se despilfarrarán, el material humano no florecerá, la educación no avanzará, la corrupción consumirá una parte apreciable de la inversión y la justicia se tornará en arbitrariedad.
En Colombia los valores culturales básicos aún no tienen la solidez necesaria para propulsarnos a un adecuado nivel de desarrollo económico. La corrupción en los diferentes sectores es enorme, aunque se ha hecho un buen avance en este campo. Los casos recientes de los contratos de la calle 26 de Bogotá son ejemplo palpable, como lo son las alianzas de parlamentarios y violentos o los llamados falsos positivos o las irregularidades en las entidades de la salud. El problema de la administración de justicia adquiere cada día nuevas dimensiones. Antes se hablaba sólo de su morosidad, ahora de su politización y de la usurpación por parte de los jueces de las facultades del legislativo. La fuerte reacción del Consejo de Estado y la Corte Suprema de Justicia a la tímida propuesta de reforma a algunas normas relacionadas con las atribuciones de los altos tribunales es prueba fehaciente de cómo estos aprecian sus facultades extrajudiciales. Pruebas adicionales de la debilidad de nuestros valores culturales son la reacción de muchos, inclusive parlamentarios, ante la agresión de una figura prominente del mundo deportivo a una mujer, ataque condonado con argumentos como el que la relativa proximidad de un torneo hace imposible su desvinculación o el que algunas “se lo buscan” o la liberación de un hombre capturado por desfigurar a una jovencita arrojándole ácido a la cara (12 casos desde 2009), liberación justificada por tratarse, dijo la autoridad concernida, de un caso de lesiones personales, las que no tienen detención preventiva “por ser un delito querellable.” ¿Cuántos casos similares pasan inadvertidos? Si queremos desarrollo económico, comencemos por inculcar los valores necesarios.