Lionel Moreno Guerrero | El Nuevo Siglo
Viernes, 24 de Julio de 2015

 

“Faltaron muchos interrogantes por resolver”

¿Y DEL DESESCALAMIENTO QUÉ?

Un debate necesario

 

EL  debate en el Senado sobre las negociaciones de La Habana, el que debería esclarecer importantes interrogantes sobre este proceso, mostró la importancia de las deliberaciones parlamentarias, puede decirse que el Congreso cumplió su labor. No todas las dudas, algunas planteadas por los mismos gobiernistas, como del senador Roy Barreras, fueron respondidas. Ninguno pudo explicar en qué consiste el tal “desescalamiento” o cuál es la diferencia entre “desescalamiento” y cese bilateral de hostilidades, lo mismo que quedaron sin respuesta otros interrogantes de Barreras quien preguntó: “cuál es la diferencia de un cese bilateral definitivo y uno indefinido, o entre un cese unilateral de fuegos y una tregua, que es eso que se llama el desescalamiento… cómo va el proceso de desminado, cuándo se va a firmar la paz, cómo se van a desmovilizar, quien va a ir a la cárcel y quien no va a ir, cómo van a dejar las armas.

Y no hubo clarificación de estos temas porque el Gobierno no sabe qué va a aceptar en La Habana, lo que es muy preocupante. Pero el debate tuvo aportes positivos, lo que hizo decir al expresidente Uribe que había habido un cambio en el discurso oficial, que se había hablado más claro sobre la entrega de armas y no de “dejación.” Esta expresión de Uribe fue tergiversada para hacer creer que ahora él concordaba con posiciones gubernamentales, así El Tiempo tituló una información “El nuevo giro del expresidente Uribe sobre el proceso de paz”. Esto es rayano en la mala fe. Contra afirmaciones como las de Barrera, para quien la guerrilla es invencible (no puede ser derrotada), que identificó la acción de los soldados con la de los guerrilleros y consideró que penalizarlos (enviarlos a la cárcel) es una “venganza” contra quienes no son salvajes sino seres humanos como los soldados, hubo afirmaciones más tranquilizadoras como las del Ministro de Defensa, quien dijo que usaría un lenguaje franco frente a la guerrilla (¿contrario al deseo presidencial de no criminalizarlos?), fue claro que si no se llegaba a un acuerdo en noviembre las Fuerzas Armadas estaban listas para finalizar el conflicto por las armas. Y el ministro Cristo tranquilizó afirmando que no había enemigos de la paz (este sí fue un cambio) sino críticos del proceso.

Humberto de la Calle tranquilizó también diciendo que no habría acuerdo a cualquier precio, que no habría nada contra la libre empresa y que lo que se acordara sería un “borrador” sujeto a aprobación de los colombianos. Fue entonces el Gobierno el que asumió una posición más acorde con el sentir del país. Tal vez las encuestas le mostraron que los colombianos no queremos que se premie a unos criminales con tal de lograr un acuerdo que sería efímero.