De nuevo la crisis
Cuando creíamos que la crisis económica europea, causada por las dificultades de varios países para pagar sus obligaciones, estaba casi superada con las ayudas a Grecia y las manifestaciones de apoyo a España e Italia, los resultados de las elecciones de Francia y, especialmente, de Grecia, volvieron a poner en duda la recuperación. La sartén por el mango la tiene Alemania, con una capacidad de pago suficiente para ayudar y soportar a las economías regionales débiles, pero su ayuda ha estado condicionada a que estas últimas adopten medidas de austeridad severas que imponen sacrificios a sus habitantes como mayor desempleo (España tiene 24%, Colombia un 10%) y disminución en salarios, prestaciones sociales, pensiones, lo que, sobra decir, no es fácilmente aceptado por la población.
En Francia, Hollande quiere combinar la frugalidad con medidas de crecimiento, como inyectar liquidez a las economías, tema sobre el que no se ve muy difícil un compromiso con Alemania. Con Grecia la situación es más complicada puesto que la reducción del gasto público es drástica y una mayoría del electorado, al mismo tiempo que no quiere salirse del euro, propugna por reversar las restricciones ya aprobadas. Esto podría conllevar a la suspensión del financiamiento de los otros países y, consecuentemente, a una moratoria griega, como la de Argentina en 2002, que implicaría volver al dracma como moneda, es decir, abandonar el euro. Fuera de las consecuencias financieras para Grecia y para las instituciones extranjeras con activos (bonos) griegos, algunas de las cuales podrían ver amenazada su solvencia, seguramente se generarían dudas sobre la capacidad de Europa para querer ayudar a otros países con dificultades, como España, Italia y Portugal. Los bonos de estos países, necesarios para, a su vez, pagar sus obligaciones, se tendrían que colocar a altas tasas de interés, por encima de la capacidad de estos países para absorberlas. Sería una reacción en cadena que repercutiría sobre la economía mundial y que algunos ya llegan a comparar con la crisis de 1929.
Tal vez no estemos en ese punto. La llave de la solución está en manos de Alemania. Varios analistas consideran que la salida sería una emisión de “bonos europeos,” respaldados por todos los países del área, naturalmente Alemania, pero que no tiene amigos en este país, ¿por qué los alemanes, que trabajábamos mientras los otros tomaban extensas vacaciones, vamos a responder por las obligaciones de estos? ¿Por qué Alemania tendría que pagar intereses más elevados por su deuda al demeritarse su calidad (al usar los recursos para pagar obligaciones de insolventes)? Una crisis de esta magnitud no estaría limitada al continente europeo y ya afecta los mercados internacionales. Los índices bursátiles están a la baja así como el euro y sube el precio de los activos “de refugio” como los bonos del tesoro estadounidense o alemanes y el mismo dólar. Colombia no está exenta de sus consecuencias. Preparémonos.