Al conocerse el triunfo contundente, que ya estaba cantado, de la nueva presidenta de México, la doctora Claudia Sheinbaum, su colega triunfadora en el Distrito Federal de México expresó muy acertadamente el sentimiento de las mujeres mexicanas, y se diría que, de muchas en otras partes, al decirle: "contigo llegamos todas". Muy diciente que esta ocasión no se diga todas y todos, pero muy entendible porque este hecho histórico debe valorarse en el sentido que su colega y su público lo han hecho.
México es un país muy difícil de comprender. Y también un país admirable. Los contrastes son descomunales. Y aunque no ha sido la democracia ejemplar en el siglo XX y parte del siglo XXI hay que reconocer que en las últimas dos décadas ha hecho esfuerzos significativos para vitalizar su democracia y hacerla cada vez más auténtica. No fue cualquier cosa lograr la victoria de Vicente Fox o las que siguieron y que demostraron que ya el PRI que había gobernado durante siete décadas era el partido predominante en ese país a la manera de un partido único. El nuevo partido denominado Morena (Movimiento de regeneración nacional) obtuvo su primera victoria con López Obrador y ahora la segunda y muy significativa con la doctora Sheinbaum, una científica cuyas credenciales no se ponen en duda y que habla con una tranquilidad y sencillez propias de una académica consagrada.
Sorprendieron los datos que rodearon su conquista del poder. En primer lugar, asegurar la continuidad de un gobierno de izquierda como el que presidió AMLO. Obtuvo un triunfo contundente porque dobló y algo más a los votantes que apoyaron a su opositora. La participación política superó todas las anteriores y algunos dicen que su votación superó la de todos los antecesores. Obtuvo 5 millones de votos más que su mentor y asesor, López Obrador. Después de seis años de gobierno es un hecho político notable: su partido ganó siete de las ocho gobernaciones que estaban en disputa aparte de la Jefatura del Distrito Federal. Estos logros se alcanzan con un partido nuevo y llevando a la presidencia por primera vez en 200 años a una mujer y no a una dirigente populista o demagógica sino académica y destacada por su conocimiento de disciplinas duras. Este triunfo habla muy bien no sólo de ella sino de su partido, del presidente AMLO y de las fuerzas políticas que la acompañaron.
Sería algo exótico que esta elección, ocurrida el 2 de junio, no hubiera dado lugar a comentarios muy negativos sobre la misma. Por ejemplo, dos expresidentes han hablado de que se hizo un gran fraude. En algún momento México se presentó ante el mundo como uno de los países con una institucionalidad electoral transparente. Vale la pena seguir este debate si es que el mismo continúa y ofrece informaciones que sirvan para evaluar apropiadamente el sistema electoral mexicano.
Una de las comentaristas mexicanas que más admiro y aprecio, la profesora Dennisse Dresser, ha calificado el triunfo de la doctora Claudia como regresivo para aludir así a la situación que vivió México durante los gobiernos del partido revolucionario institucional, PRI, que hacía según ella todo lo que se le daba la gana y así lo vaticinaba para este nuevo gobierno. No sólo por la fortaleza del triunfo electoral sino porque además logró obtener mayoría tanto en el Senado como en la Cámara con lo cual superó la situación que vivió AMLO quien no obtuvo esa situación tan confortable para su gobierno. De alguna manera insinúa que las fuerzas de veto, que han caracterizado la política mexicana esta vez no van a poder operar.
Su nueva presidenta exhibe una carrera exitosa tanto en la vida académica, nacional e internacionalmente, sino también en su condición de dirigente de izquierda y de funcionaria pública. Muchas de sus políticas públicas como Jefe de Estado del Distrito Federal de México fueron en contravía de las promocionadas por AMLO y se reconocen como exitosas, de lo cual da también buen testimonio el resultado electoral.