Exigir, vigilar y denunciar
Cumplimos hoy con el deber ciudadano, democrático y patriótico, de acudir a las urnas para elegir gobernadores, alcaldes diputados, concejales y ediles y ojalá el pueblo acierte escogiendo los mejores.
¿Qué sigue ahora? Exigirles a los electos y a sus partidos políticos que cumplan las promesas de campaña, que no ignoren al ciudadano del común, que mantengan las manos lejos de los dineros públicos, la puerta abierta y los oídos atentos a las denuncias o a los llamados que les haga la opinión pública.
No podemos permitir que conviertan la democracia en una simple máquina electoral, sin participación y ajena por completo a la voluntad de los ciudadanos. Es verdad que la Constitución da la representación y el poder de la voluntad popular a los elegidos, pero esto no significa, que una vez tengan la credencial, en el bolsillo, se alejen de sus electores, a quienes sólo vuelven a tener en cuenta en la siguiente elección o reelección. Debemos acabar con él. “Vota, dame el poder, que yo hago lo quiera con él”. Lo que estimula el abstencionismo, que está en el 50%, es la insatisfacción por el incumplimiento de las promesas electorales y al sentirse burlados, los lleva a la apatía electoral.
Nosotros los ciudadanos tenemos el derecho de ser informados permanentemente de qué están haciendo y cómo están cumpliendo con el mandato que se les dio en las urnas.
Es indispensable multiplicar los cauces de participación, debemos crear veedurías cívicas en todos los municipios y en las localidades de Bogotá, para que los funcionarios y representantes populares cambien de actitud, respeten a las personas, escuchen a la gente, y entiendan que gracias a los contribuyentes ellos reciben su salario.
En Colombia no deberíamos votar “por el menos malo”, nuestro voto tiene que ser un tsunami, que zarandee, presione y exprese la inconformidad, o el apoyo con absoluta libertad.
Necesitamos renovar las corporaciones, limpiarlas de los vicios clientelistas, los partidos se tienen que depurar a sí mismos, debemos reglamentar las encuestas, tener más limpieza en el sufragio para evitar los fraudes.
Como experiencia en estas elecciones nos queda el sabor de la necesidad de reformar el sistema electoral, tecnificar la Registraduría Nacional y restringir la reelección a dos períodos o sea 8 años, en todas las corporaciones, para que no terminen en el nepotismo y la corrupción.