LORENA RUBIANO FAJARDO | El Nuevo Siglo
Domingo, 11 de Diciembre de 2011

Biotecnología agrícola

Epígrafe

“Únicamente si aprendemos a ver el valor de la naturaleza en sí misma, la naturaleza permitirá que los humanos estemos mucho tiempo más. Debemos aprender a querer y cuidar la naturaleza, si queremos impedir destruirnos a nosotros mismos”.

Richard Freiherr von Weizsäcker

Si los humanos hemos desarrollado toda clase de tecnologías, empresas y formas para acabar con nuestro planeta, pues es hora de que algunos de los que aún creemos que se puede hacer algo, busquemos fórmulas para ir desacelerando la destrucción y tener un desarrollo sostenible.

Nuevamente la Fundación Natura y su directora, Elsa Matilde Escobar, ponen a pensar a los colombianos en una posibilidad de “Tatequieto” a la devastación de la madre Tierra.

Por esta razón invitó a sus tertulias con Natura, al bioquímico mexicano, Jaime López Cervantes, con el fin de que expusiera sus tesis de trabajar con productos biológicos para la recuperación del planeta.

El investigador es descubridor de múltiples herramientas para el cuidado de la Naturaleza, que ya ha puesto en práctica en México, en donde el presidente Felipe Calderón firmó un acuerdo para impulsar el programa MasAgro, con el cual se persigue la recuperación de los suelos y la optimización de los cultivos, de cara al compromiso de ese país con el Protocolo de Kyoto y su revolución verde.

Mientras tanto en nuestro país ante la crisis por el invierno da risa oír cómo los expertos hablan de que para solucionar el problema de la Autopista Norte, hay que elevarla tres metros, aumentar los jarillones, poner a lo largo del río Bogotá más sacos de arena. Ante esto se me ocurre que hay que revivir la propuesta de un señor Goyeneche, que propuso construir una marquesina para cubrir a toda la capital.

Esas son propuestas bobas y de una incapacidad mental absoluta. El agua tiene memoria, decía mi padre, y recupera tarde o temprano su lecho, la Sabana fue un mar interno, tenía 18 nacederos de agua y lo que hicieron los constructores de la época fue taparlos, ahogarlos y creo que al río simplemente hay que dejar de echarle basura, recuperarle sus sitios de descanso y permitirle el libre tránsito por su cauce. Sembrémosle árboles y devolvámosle sus terrenos.

Acojamos la propuesta del doctor López Cervantes, iniciemos la recuperación de los suelos y en vez de darle venenos a la tierra démosle alimentos sanos. Los fertilizantes químicos deben desaparecer.

lorenarubianofajardo@gmail.com