Cárceles inhumanas
“La libertad y la salud se asemejan: su verdadero valor se conoce cuando nos faltan”.
Henri Becque
No entiendo qué nos pasa en Colombia, tenemos una infinita incapacidad para resolver nuestros problemas. Cada día se agudizan más y pareciera que en vez de enfrentar las cosas y buscarles remedios a tiempo, las dejamos empeorar, entrar en caos, para iniciar su solución.
Ya son reiteradas las denuncias de los medios, ONG, de las familias y las propias personas privadas de la libertad, en el sentido de que es inaguantable el hacinamiento en las cárceles, el servicio de salud es pésimo, la comida es muy regular, la inseguridad aumenta, la visita conyugal es inhumana, los jefes de patio cobran vacuna, riñas permanentes, pulgas, chinches y toda clase de bichos.
Muchos de los detenidos prefieren dormir a la intemperie, no pueden estudiar y buscar oportunidades para rebaja de penas, ocio total y tampoco tienen la hora de sol diaria, ni sanitarios suficientes.
La política carcelaria va en total contravía de las políticas mundiales de manejo de las acciones antisociales de los ciudadanos y nuestra paquidérmica justicia cree erróneamente que aumentando las penas y llenando las cárceles mientras investiga, es como se soluciona el problema. La responsabilidad de resocializar al delincuente para que vuelva a ser útil a la sociedad, aceptando muchísimas excepciones, se la trasladaron al Inpec, que por falta de presupuesto difícilmente puede cumplir la labor de vigilancia.
El actual director del Inpec, general Gustavo Adolfo Ricaurte, anda apagando incendios en todas las cárceles, sin poder adelantar una verdadera tarea humanística, reeducadora, así como la de proteger la vida, integridad física, dignidad y seguridad jurídica.
En el país hay 176 establecimientos con problemas sanitarios, hacinamiento, sin efectivos y oportunos servicios médicos y muchos otros que agobian a la población carcelaria y los nuevos centros no han avanzado lo suficiente para ser entregados a tiempo.
Esto quiere decir que el sistema judicial, que es carcelero a morir, porque detiene para investigar y el sistema carcelario, han colapsado y es urgente enfrentar los problemas estructurales, antes de que haya una tragedia. Se hace necesaria una política integral, una ley marco, que plasme toda la normatividad y se revise la situación laboral de la planta de guardianes y demás funcionarios, para que puedan responder eficazmente con sus tareas. Cursos permanentes de Derechos Humanos les caerían muy bien.