Cuando se habla de los BRICS, inmediatamente mi memoria me lleva a la ceremonia de inauguración de la Cumbre que se llevó a cabo en Sudáfrica en julio del 2018. Fui invitada como embajadora de Colombia en este país africano. Tengo el recuerdo inolvidable de haber visto en persona al presidente Michel Temer del Brasil, a Vladimir Putin de Rusia, a Xi Jinping de China, al primer ministro Indio Narendra Modi y por el presidente de Suráfrica, Cyril Ramaphosa, quien la presidió y nos habló de cómo se enfrentarían los nuevos desafíos mundiales así sobre cómo aprovechar las oportunidades que ofrece la era del desarrollo al grupo. Hoy la es noticia la incorporación de otros países.
Los BRICS nacen de la derivación del grupo RIC, (Rusia, India y China). Posteriormente se unen Brasil y Sudáfrica gestándose los BRICS, acrónimo de los nombres de los países que lo componen. Estos cinco son países emergentes.
¿Qué es una economía emergente? La BBVA dice que una economía emergente “debe incluir la sostenibilidad del país en términos de transparencia y valores democráticos, la economía, medio ambiente, demografía, atención en salud, distribución de la riqueza y la educación. Para ser potencia emergente debe estar basado en una economía con criterios sostenibles”. Y aquí entran los famosos ODS, Objetivos de Desarrollo Sostenible, propuestos y elaborados por Colombia en el gobierno de Santos, por la canciller María Ángela Holguín y apropiados por la ONU para el mundo.
Su objetivo es promover acuerdos comerciales de toda índole, según sus necesidades, y la financiación de nuevos proyectos productivos que ayuden a desarrollar los países a través del Nuevo Banco de Desarrollo creado por éstos. Su meta era hacerle un contrapeso al G7, compuesto por las siete economías más grandes del mundo.
Los BRICS representan el 40.8% de la población y el 25.7% del PIB mundial; el 16.1%de las exportaciones de bienes y servicios y todos hacen el 14% de exportaciones mundiales; ocupan el 29.5% de la superficie de la tierra; reúnen invaluables recursos naturales; para ingresar se mide su capacidad de producción en la agroindustria, y prestar servicios; deben tener perfil internacional y una economía relevante.
Las bases se solidificaron en el 2006 y en el 2009 se celebró la primera Cumbre de los BRIC en la ciudad de Ekaterimburgo, Rusia. En el 2011, ingreso Sudáfrica y se agregó una S, pasando a denominarse BRICS.
Hace pocos días se celebró la última Cumbre en Johannesburgo, Sudáfrica, sin la presencia Vladimir Putin, acusado por la Corte Internacional por crímenes de lesa humanidad en la invasión a Ucrania.
Allí propusieron nuevos mecanismos de reforma de gobernanza global, la posibilidad de usar las monedas locales para las negociaciones y expandir una multilateralidad inclusiva, permitiendo la llegada de nuevos países como Egipto, Etiopia, Arabia Saudita, Irán, Argentina, y Emiratos Árabes. Se eligió a Dilma Rousseff de Brasil para presidir el Banco y ampliar acuerdos comerciales conociendo la composición heterogénea e intereses y diversidad de los países que los compone.
El centro de gravedad de los BRICS parece ser China y quien insistió en recibir nuevos países, dependiendo de la institucionalización de sus estructuras como estados. Brasil propuso una nueva moneda emisora, que implicaría una liberalización difícil de lograr por los diferentes intereses. Ganar confianza es necesario para llegar a los consensos que se traducen en acuerdos.
Aprendí en el mundo diplomático internacional que la regla de oro es el pragmatismo, donde prevalecen los intereses comerciales y las ganancias. India no será una gran protagonista, pero fluctúa muy bien su accionar diplomático, al igual que Argentina y Brasil que no romperán sus intereses con América. Irán luchara por la confianza para mediar acuerdos petroleros con Arabia Saudita. Etiopia balancea a Suráfrica y Brasil y Argentina a América Latina.
A Rusia en la declaración final no se le condenó, pero se habló de luchar por la paz, la proyección global euroasiática y el contrapeso. Es USA quien deberá abrir los ojos.